LENTEJITA Y GARBANCITO SALEN DE EXCURSION

Cuento Infantil para niños, escrito por: Ulica Tizaber

Había una vez una despensa repleta de envases con legumbres y cereales. Allí vivían las familias más numerosas del mundo comestible.

Las lentejas eran muchas, marrones, planas y redondas, su casa era un recipiente transparente

Cuentos cortos - El niño Garbanzo y la niña lenteja

con tapa metálica de rosca. Las más afotunadas eran las lentejas de la parte media, ya que eran las que más visibilidad tenían desde esa altura, y les contaban a las de más arriba y abajo lo que veían cada día.

Los garbanzos también eran bastantes, aunque ellos más gorditos y de color beige, vivían en un bote bajo con tapa de cristal, desde donde podían ver desde cualquier altura.

Las legumbres eran felices dentro de su monotonía, y eso les inspiraba para avanzar y crecer como buenas legumbres que eran. Sabían que aportaban un porcentaje muy importante de salud y bienestar a quien las consumía, y se sentían orgullosas de ello.

Un día, salió del bote de las lentejas, Lentejita, y al ser muy amiga de Garbancito, animó al más pequeño de la familia de los Garbanzos, a salir un rato de excursión. Los dos se fueron de la mano con una mochila en la espalda cada uno, donde llevaban un grano de arroz y otro de maíz para el camino.

Salieron de noche para que sus fammilias no les impieran emprender tal hazaña. A mitad de noche, después de haber andado un buen tramo entre botes, recipientes y latas de conserva, llegaron al borde de la balda donde estaban sus respectivos tarros. Se sentaron con las piernas colgando y comtemplaron el horizonte con ojos de esperanza y alegría.
Su sueño era salir de la despensa y conocer otras nuevas, aunque no eran conscientes de lo que eso suponía. En breve sus familias las echarían de menos, y debían regresar para no despertar sospechas.

El plan que tramaron consistía en que cada noche saldrían un rato, para descubrir un tramo nuevo cada día. Así hicieron durante varias semanas, y casi se encontraban en la puerta de la despensa. La noche siguiente conseguirían salir de allí, y comenzarían una nueva aventura.

Cuando se despertaron para seguir con el plan trazado, siguieron la rutina de siempre, en un santiamén se encontraban saliendo de la despensa por una rendija que había entre la puerta y el suelo. Cuando estuvieron fuera, un mundo de posibilidades se abrió ante ellos. La cocina donde se encontraban era gigante, había cacerolas, sartenes y ollas por todos los sitios, Lentejita y Garbancito estaban muy contentos de ver todo eso.
De repente, pasó corriendo por allí una niña con un lazo en el pelo que iba diciendo:

– «Me encanta la comida de hoy, ¡lentejas con garbanzos!»,

Apenas habían terminado de escuchar aquellas palabras cuando un bebé gateando se paró a su lado, los vio y con los deditos rechonchos los cogió y se los metió en la boca.
La madre empezó a gritar:

– «¡Ya estás comiendo porquerías del suelo, abre la boca que te lo quite!».

Lentejita y Garbancito se sintieron salvados cuando la madre les sacó de la boca del bebé, salieron con muchas babas y apenas se podían mover.
La madre los llevaba en la palma de la mano hacia la basura, cuando de repente, Garbancito le dijo a Lentejita:

– «Lentejita, dame la mano y a la de tres, saltamos de aquí. Esta mamá nos quiere tirar a la basura, y nosotros valemos para algo más que para eso. ¡Una, dos y tres!».

Las amigas legumbres cayeron en la encimera de la cocina, al lado de un recipiente de cristal donde vieron a gran parte de sus familias darse un baño de agua templada. Estaban en remojo porque las iban a cocinar. Cuando vieron a sus pequeñas legumbres tan pringosas, les dijeron:

– «¿Dónde habéis estado?, estábamos preocupados por vosotros, pensábamos que os perderíais el cocinado del gran potaje. Vosotros no podíais perderos este gran aprendizaje».

Garbancito y Lentejita se sintieron un poco avergonzados por no haber estado desde el primer momento, y por intentar escaparse de la despensa para conocer mundo. El sueño de cualquier legumbre es formar parte de la dieta equilibrada de cuaquier persona, y ellos querían disfrutar de ese momento.
El proceso de cocción del potaje fue un éxito. A la hora de la comida, la niña del lazo en el pelo, y el bebé que todo se lo comía estaban sentados a la mesa preparados para comerse un buen plato de lentejas con garbanzos. Cuando lo probaron, miraron a su madre y le dijeron:

– «Mamá, esto está buenísimo. Te ha salido mucho mejor que otras veces. Gracias por hacernos esta comida tan rica».

Lentejita y Garbancito desde el fondo del plato escucharon estas palabras, y se sintieron muy orgullosos del sabor que estaban aportando al gran potaje. Ellos después del tiempo de aventuras que habían vivido, habían adquirido una experiencia muy sabrosa, y es lo que hacía que el potaje estuviera más bueno que otras veces.

FIN

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