LA AGENDA DE PEPITA

Cuento Infantil para niños/as; escrito por: Ulica Tizaber

Pepita era una señora muy desorganizada que siempre perdía los papeles y olvidaba las citas que concertaba con anterioridad. Se comprometía a hacer muchas cosas, y luego no las cumplía porque se le olvidaban fácilmente.

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La imagen que Pepita daba era algo descuidada, por las mañanas no se peinaba porque nunca encontraba el peine, la manera de vestirse era muy peculiar, primero se ponía la camiseta, luego se entretenía con los calcetines, y por último se vestía con la falda o el pantalón que encontraba más a mano, así que el resultado era casi siempre el mismo, una mezcla de colores inconexos sin estilo, y poco agradable a la vista.

Cuando salía a la calle, todos la miraban horrorizados, incluso había gente que pensaba que podía ser una mendiga, y enseguida se alejaban de ella. Pepita sabía que no gustaba a la gente, además si se le añadía al aspecto, el hecho de que siempre llegaba tarde, sin los documentos necesarios para hacer ciertas gestiones, y con el pelo tan revuelto que parecía recién despertada, se podía concluir que Pepita era un desastre.

Un día, al volver del trabajo cabizbaja y llorando, se tropezó con un objeto en el suelo, lo recogió y lo guardó en su bolso deshilachado. Al llegar a casa, se puso cómoda y comenzó a prepararse la cena, mientras hervían las judías verdes que se estaba preparando, se acordó de lo que había recogido en la calle.

– «¿Qué será este cuaderno tan pequeño?»

Lo abrió y vio que el cuadernito tenía una hoja por día, y en cada hoja, las horas del día desglosadas.

Observó que había cosas escritas:

– «Día 3 de julio, 10.30 horas, cita con Pepita, la desaliñada, para que me ayude a ser más hábil con las personas».

¡Era una agenda!

Pepita al leer aquello, sintió emociones encontradas y en un momento, cambió su forma de pensar. La gente confiaba en ella para cosas muy importantes, y ella no podía defraudar a los demás.
Así que volvió a guardar la agenda en su bolso, que al verlo, cosió y arregló. Al día siguiente por la mañana, después de dormir plácidamente, se levantó con mucha energía, desayunó fuerte, y se sentó delante del armario para elegir la ropa que se pondría, luego fue al baño y después de mucho rebuscar, encontró el peine en el fondo de un cajón, se peinó y salió de casa.

Su primera parada fue la papelería, donde solía comprar folios y lápices de colores para sus actividades. El dependiente al verla, apenas pudo articular un saludo, sabía que era Pepita pero estaba tan diferente que no la reconocía del todo. Pepita compró una agenda y fue hacia su trabajo.

Al llegar comenzó a apuntar todo aquello que tenía pendiente de hacer, citas médicas, entrevistas con clientes, organización de actividades y talleres lúdicos para adultos, y cuando terminó, sintió que su mente se liberaba.

Ahora no andaría cabizbaja y triste recordando todo lo que tenía que hacer, y despreocupada de su aspecto, ahora tenía tiempo para quererse, y demostrarse a sí misma que lo que sabía, lo enseñaría a los demás, después de ponerlo en práctica con ella misma.

Pepita se convirtió en una persona muy querida por la zona, siempre sonreía. El dependiente de la papelería se enamoró de ella, y se casaron. Fueron muy felices siempre, y todo gracias al lema que Pepita empleaba diariamente:

– «Si yo estoy bien, los demás están bien».

FIN

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3 pensamientos en “LA AGENDA DE PEPITA

  1. michell rocha

    los cuentos estan lindos pero si uno dice cuentos cortos dice cuentos cortos aparecen larguisimos

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