Érase una vez un pueblo llamado Benidorm, en el que había una playa muy grande que se llenaba todos los veranos.
Allí vivían Julián y Belén, dos madrileños. A ellos les gustaba mucho la playa, por lo que sabían que no se irían de Benidorm.
Un día pensaron, que cuando se hicieran mayores, y no pudieran viajar, les gustaría que sus futuros nietos pudieran estar con ellos. Y ya que creían en la magia, idearon un plan para poder estar con sus nietos cuando fueran más mayores.
Julián era buen pintor, y pintó un cuadro de la playa de Benidorm. Detrás de ese cuadro, Julián y Belén, dejaron una nota pensando en sus nietos en la que pusieron lo siguiente: «Pensad en vuestros abuelos, y apareceréis en la playa de Benidorm con nosotros.»
Julián y Belén regalaron ese cuadro a sus hijos para cuando tuvieran nietos, y les dieron instrucciones para que ese cuadro lo vieran sus nietos y lo tuvieran en su cuarto.
Años después, los nietos de Julián y Belén, tuvieron ese cuadro en su casa de Madrid.
Los nietos, que eran muy curiosos, preguntaron a sus padres que de dónde había salido, y los padres les dijeron que se lo habían regalado sus abuelos y que debían tenerlo ellos en su habitación.
Seguían teniendo curiosidad por el cuadro, y un día, lo descolgaron de la pared y descubrieron la nota de sus abuelos en una esquina del marco. Así que decidieron seguir las instrucciones de sus abuelos.
Entonces descubrieron, Sigue leyendo