Cuentos de Magia

JUANITO Y EL LABERINTO

Había una vez, un hombre muy sabio que se llamaba Juan, aunque todo el mundo lo conocía por Juanito, pues era un hombre muy cercano a la gente y le escuchaba mucho escuchar las opiniones de los demás.

Juanito había vivido en un pequeño pueblo durante toda su vida, pero justo hace dos años, cuando tenía setenta años, se había ido a vivir a la gran ciudad, con su hija Ana.

A Juanito siempre le había gustado la historia y en su mesilla de noche, nunca faltaban libros de aventuras intrigantes sobre personajes históricos.

 

Cuentos infantiles - Juanito y el laberinto

Un día curioseando por la librería de su hija Ana, encontró un libro que por su aspecto, algo deteriorado, debía ser muy antiguo. Juanito se dio cuenta que no era un libro cualquiera, sino que era un libro especial, y que dentro de sus páginas parecía guardar un gran secreto.

En la portada de aquel libro, aparecían unos símbolos egipcios, que Juanito había visto en algún lugar, pero no recordaba dónde. Así que, se puso sus gafas en la punta de su nariz, cogió el libro y empezó a leer las primera páginas, cuando de repente se dio cuenta que se trataba de un libro muy antiguo, escrito por un historiador egipcio, dónde había descrito minuciosamente los pasos que debía seguir el lector para atravesar un laberinto y llegar al tesoro que allí había guardado.

Juanito estuvo toda la noche leyendo aquel misterioso libro y descifrando los acertijos que iba encontrando según avanzaba la lectura. Justo antes de amanecer, había terminado el libro, pero no había conseguido encontrar la respuesta que le conduciría hacia el tesoro de aquel egipcio. Pero de repente, en la última página del libro, encontró una frase incompleta que era la clave que faltaba para resolver los acertijos.

Pasados unos minutos, en los que Juanito había reflexionado sobre todo lo leído, encontró la respuesta a esa frase incompleta y sin perder ni un instante más, cogió un boli de su bolsillo y completó la frase del libro.

De repente, el libro empezó a temblar y Sigue leyendo

UN PAR DE GOTITAS MÁGICAS

Pedro era un niño muy tímido que muy pocas veces se atrevía a hablar. En las fiestas de cumpleaños lo pasaba muy mal porque no sabía qué decir ni cómo comportarse. En una de estas fiestas no lo pudo soportar más y se refugió en una habitación.

De repente, ante sus ojos apareció un duende visiblemente enfadado que se tapaba sus orejas con las manos:

– ¡Deja de gritar ya!-, le dijo el duende.

Pedro estaba muy sorprendido por esta aparición y se le olvidó su timidez:

– Pero si yo no estoy gritando. Yo nunca digo nada.

– ¡Cómo que no dices nada si no paras de gritar!

– Pero si no abro ni la boca.

– Pero tu cuerpo no para de gritar. Tus manos, tus pies… todo tu cuerpo está gritando. ¡Está bien! Te voy a poner un par de gotitas mágicas detrás de las orejas para que puedas escuchar al resto de tu cuerpo.

De esta manera, Pedro pudo escuchar cómo el resto de su cuerpo daba alaridos y se quejaba diciendo que quería irse a casa. A pedro también le resultó molesto y comenzó a callar a todos y cada uno de sus miembros. Éstos se relajaron.

Durante los días siguientes, Pedro escuchaba como su madre le decía un «te quiero» a su padre con la miraba o como la vecina gritaba con sus pies frente al ascensor porque este se demoraba en llegar.

En el siguiente cumpleaños, Pedro observó como una niña se quedaba en una esquina y su cuerpo comenzaba a gritar:

– ¡¡No quiero estar más aquí!! ¡¡Me quiero ir a mi casa!! ¡¡Odio los cumpleaños!!

Pedro se le acercó y le echó un par de gotitas mágicas en detrás de las orejas y le enseñó a escuchar y a educar a su cuerpo.

De esta manera, ambos niños modelaron sus gestos, miradas y actitud cuando se encontraban delante de otras personas. Poco a poco aprendieron a mirar de una manera más agradable, a relajar sus piernas e incluso a tocar afectuosamente a los demás.

Cuento de Pedro Pablo Sacristán.

 

Accede a la tienda, para comprar nuestros productos exclusivos.

EL MALVADO SECUESTRADOR DE HADAS

Había una vez un malvado hombre que quería acabar con el bien en el mundo, y por eso debía ir en busca de todas las hadas del planeta, y encerrarlas en una habitación, de la cual no fueran capaces de salir nunca jamás, y así nunca más existirían las cosas buenas, sino que habría maldad y oscuridad.

Randor, el hombre malvado, había conseguido secuestrar a dos hadas, María y Victoria, las cuales se encontraban recluidas en esa fría habitación, dónde nunca entraban los rayos del sol, pues no había ventanas y apenas entraba la luz por la puerta.

 

Cuentos infantiles - El malvado secuestrador de hadas

Como todos los días, el malvado Randor, saldría en busca del resto de hadas del mundo. Pero, las hadas sabían que las estaba buscando para secuestrarlas y así acabar con el bien en el mundo, así que utilizaban su magia para volverse invisibles y que no las pudiera encontrar.

Cristín, era una jovén hada que se encargaba de cuidar a los animales que había en el planeta, gracias a sus pócimas mágicas, conseguía el equilibrio necesario para que éstos pudieran sobrevivir a los contratiempos. Sin embargo, la joven Hada, no sabía que el malvado Randor, iba persiguiendo a todas las Hadas del mundo, pues era algo despistada.

Cuando Cristín se encontraba en el bosque observando a los animales, y repartiendo sus pócimas mágicas entre todos ellos, Randor la encontró, y sigilosamente fue acercándose hasta dónde estaba el hada de los animales, hasta que de repente, se abalanzó sobre ella y sin darle tiempo a que pudiera reaccionar, la metió dentro de un saco para llevársela a la habitación oscura, de dónde nunca más podría salir.

– «¡Socorro, socorro!«, gritaba Cristín una y otra vez, sin que nadie pudiera escucharla, pues Randor, había preparado el saco de tal manera que, el sonido de los gritos no pudiese salir al exterior, y además, que ninguna pócima de las hadas fuera capaz de destruir el saco.

– «Jajaja ya tengo otra hada más secuestrada. Pronto acabaré con el bien en el mundo«, se reía el malvado Randor.

Pero lo que no sabía el malvado secuestrador de hadas, era que existía un hada a la que nadie conocía, ni si quiera el resto de hadas sabían de su existencia, pues era el hada encargada de cuidar al resto de hadas. Esta vieja hada se llamaba Mili, y Sigue leyendo

LA LAMPARA MAGICA

Había una vez, hace muchos muchos años, un mago que poseía un tesoro muy valioso, pues todo aquello que deseaba se hacía realidad. Se trataba de una lámpara mágica, que había pasado de generación en generación, hasta hoy que había llegado a manos de último descendiente de la familia, Daniel.

Cuentos cortos - la lampara magica

Daniel acababa de cumplir doce años, y como regalo de cumpleaños de sus padres, recibió la lámpara mágica. Las instrucciones de cómo utilizar la lámpara mágica eran muy sencillas, así se lo explicó su padre: «Daniel, la lámpara mágica hará realidad el deseo que pidas, pero sólo te concederá aquellos deseos que realmente sean buenos para tí. Basta con frotar la lámpara mágica varias veces con la mano para que se cumpla tu deseo«.

Durante ese día, Daniel no se atrevió a coger la lámpara mágica, estaba un poco nervioso, pues aún no sabía qué pedir y que fuera realmente bueno para él. Así que, decidió irse a dormir… Pero de repente, a mitad de la noche, Daniel se despertó sobresaltado, pegando un salto de la cama, y cogió la lámpara mágica que había dejado sobre la mesita de noche.

La cara de Daniel era de intriga, por saber si al pedir su deseo, la lámpara mágica se lo concedería, pero ¿cuál era este deseo intrigante de Daniel?

Cerró los ojos fuertemente, y frotó la lámpara mágica tres veces, después la dejó en el suelo. Tras varios minutos, su deseo Sigue leyendo

EL RENO SOÑADOR DE SANTA CLAUS

Pumpi era un pequeño reno de Santa Claus, que acababa de cumplir 3 meses de vida, así que todavía no tenía cuernos en la cabeza.

Pumpi era el único reno de Santa Claus que no podía volar, por si no lo sabías, el secreto de por qué los renos de Papá Noël vuelan, es por que los cuernos de los renos son mágicos.

Cuentos-infantiles-el-reno-sonador-de-papa-noel

 

Así que el pequeño Pompi, cuando estaba durmiendo, no paraba de soñar que ya le habían crecido los cuernos y Santa Claus le llevaba con él para tirar del trineo y llevar los juguetes por todas las casas de los niños. Pero de repente, se despertaba y se daba cuenta que todo había sido un sueño y seguían sin crecerle los cuernos en la cabeza.

Pero un día, al despertarse de este sueño, el cual, se repetía todos los días, Santa Claus estaba sentado al lado suyo, y con los ojos aún cerrados, Pompi le dijo a Santa Claus con la cara triste: «Santa, otra vez he tenido el mismo sueño, he soñado que me crecían los cuernos y podía ir contigo a repartir los regalos a los niños, pero aún no me han salido…«.

Entonces, Santa Claus le dijo: «No te preocupes Pumpi, ten paciencia y verás como pronto tu sueño se hará realidad, sólo tienes que ser paciente un poco más».

Esa misma noche, cuando Pompi se encontraba durmiendo, Santa Claus se acercó a él y lo cogió con muchísimo cuidado para que no se despertase y se lo llevo al asiento trasero de su trieno. A punto estuvo de despertarse, pues Santa Claus, tropezó con una de las correas de sus renos voladores.

Esa noche era muy especial, pues era el día de noche buena, en el que Santa Claus se vestía con su traje rojo e iba de casa en casa repartiendo los regalos que los elfos habían fabricado durante todo un año.

Todo estaba preparado, el saco con los juguetes preparado, Papá Noël montado en su asiento y el pequeño Pompi, en el asiento de atrás. «Jo jo jo» dijo Papá Noël para que los renos salieran volando. Justo en ese momento, Sigue leyendo