Cuentos de Islas

EL MONO Y LAS PIEDRAS

Había una vez, un mono llamado Monki, que vivía en una isla, en gran parte habitada por monos. Los científicos más importantes del planeta, habían deducido que el cambio climático afectaría gravemente a esta isla, inundándola casi por completo.

Así que los monos decidieron hacerse, cada uno, una casa en la parte más alta de la isla, para estar resguardados de las inundaciones, el día que llegara el desastre.

 

Cuentos infantiles - el mono y las piedras

Monki, había hecho los planos de su casa para que resistiera a una gran inundación, y eso requería de piedras de gran tamaño.

Todos los monos hicieron su casa en un día, y después se pusieron a jugar a las cartas disfrutando de sus nuevos hogares.

Además, el resto de monos, se reían de Monki, porque cuando ellos ya tenían su casa construida, Monki sólo había hecho los planos de la suya.

Pero Monki estaba convencido de que su casa iba a resistir cualquier inundación y, aunque tardara mucho más en construirla, podría valer la pena.

Monki trasladaba una gran piedra al día, para construir su casa, por lo que la casa iba tomando forma muy lentamente.

El resto de monos seguían riéndose de él, ya que veían que Monki sólo ponía una piedra al día.

Pero a Monki no le importaba, y seguía subiendo una piedra al día para la construcción de su casa.

Al cabo de unos meses, cuando el resto de monos ya se había cansado de jugar a las cartas, Monki terminó su casa y, Sigue leyendo

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LOS PIRATAS Y EL TESORO PERDIDO

Había una vez un barco invisible en el que habitaban unos piratas malvados. Estos piratas, iban navegando por todos los mares y océanos buscando un tesoro muy valioso, se trataba de un tesoro perdido, al que, aún nadie, había logrado encontrar.

Los piratas y su barco, eran invisibles, pues sólo si eras un pirata, serías capaz de poder ver aquel barco navegando por los mares. Que fuera un barco invisible, les permitía a los piratas, llegar antes que nadie, a todos los tesoros perdidos, pues no dejaban ninguna pista a su paso.

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LOS TIMONELES

Cuenta la leyenda que cierto país, cuyo territorio estaba formado por varias islas, disfrutaba de una próspera economía y de un sistema político que la propiciaba. Los fundamentos de su economía no podían ser otros que el arduo trabajo de sus habitantes y la buena gestión de sus políticos y empresarios.

Una de sus empresas se dedicaba al comercio intercambiando productos entre dos de sus más importantes islas. Esta empresa disponía de un barco cuyo capitán era apreciado y respetado por toda la tripulación, apenas sin excepciones. Las travesías entre las dos islas solían ser rutinarias y tranquilas pero largas, debido a que siempre se trazaban evitando una zona de abundantes islotes y aguas poco profundas. Esto permitía que la tripulación estuviera relajada, pero con unos ingresos necesariamente ajustados para mantenerse y ser competitivos.

 

cuentos cortos - LOS TIMONELES

 

Cierto día, en el curso de una tranquila navegación, el capitán reunió a la tripulación y dirigiéndose a todos les dijo: Contamos con expertos timoneles entre vosotros, capaces de conducir la nave por rutas más cortas, aunque más peligrosas. Aumentaríamos nuestros beneficios comerciales si consiguiéramos reducir la travesía en tres o cuatro días. Parte de esos beneficios serían repartidos entre todos vosotros, pero debéis ser conscientes de la importancia de la aportación de cada uno y de la pericia de nuestro timonel para evitar todos los escollos que nos podamos encontrar en la travesía. Era necesario innovar para prosperar.

Un murmullo corrió como la pólvora encendiendo el entusiasmo de toda la tripulación, hasta que Sigue leyendo

EL CONEJO Y LA ISLA DE BAMBU

Érase una vez un conejo que vivía en una isla llena de cañas de bambú. Se llamaba Puchini, y recorría la isla todos los días de un extremo a otro, sorteando las cañas de bambú, para conseguir comida.

La madriguera de Puchini estaba situada en un extremo de la isla, y el sitio donde Puchini recogía la hierba estaba al otro extremo de la isla.

Un día, Puchini pensó: «¿por qué no puedo ir a por hierba sin tener que esquivar todas las cañas de bambú?«. Entonces, se puso manos a la obra y empezó a arrancar cañas de bambú para trazar un camino que le llevase a su comida fácilmente.

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Repentinamente, cuando estaba arrancando la segunda caña de bambú, oyó una voz que le decía: «Conejillo Puchini! No arranques más bambú de tu camino, porque si haces eso, todos los que vivimos en esta isla, desapareceremos!!»

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