Baiko se encontraba de paseo, como todos los días, buscando palitos de Bambú. Tres veces al día Kazushi le daba comida, pero Baiko creía que era muy poca, así que aprovechaba la hora en que todos dormían la siesta para salir y comer un poquito más.
En Japón hay horarios para todo. Y muchas veces, aunque uno no entendiera qué pasa en las distintas horas del día, sí sabía con exactitud cuándo era la hora de comer. ¿Cómo puedes saberlo? Porque en casi en todo el país, a la hora de comer suena un gong, una especie de disco plateado o dorado, que se toca con un palo grueso conocido como mazo.
¡Hoy era día de fiesta en el pueblo de Wakayama! Baiko vivía junto a otros animales, en total debían ser más de cien, pero casi todos eran más chicos que él, por eso estaba convencido que al ser el único Oso Panda, merecía una porción más grande de comida que los demás.
Pero como no era peleador y le tenía mucho cariño a Kazushi, su cuidador, nunca alegaba. Él siempre le hacía cariño en la panza y lo bañaba para que siguiera siendo blanco, como todos los de su especie, un Oso Panda Gigante. Sigue leyendo