GINCEA: VEYDA ABANDONA GINCEA

RELATO CORTO

Nº 12 de la serie «GINCEA»

Ibah era consciente de la gran responsabilidad que había asumido. Era un linava que rozaba la perfección. Era, antes que nada, un científico experto en varias ramas de la ciencia. Pero, además, era extremadamente meticuloso, disciplinado y con dotes de líder. También conocía profundamente la historia evolutiva de los linava y los vintor, sobre la que había desarrollado parte de su labor científica. Esto sería relevante para que fuera seleccionado por el COM como integrante del grupo científico que trazaría el plan para el futuro de los vintor. Sin embargo, nunca pensó que sería seleccionado como comandante de la nave Veyda, cuando se presentó para formar parte de la expedición creada para salvar a los vintor.

La selección de los vintor había sido realizada de acuerdo con los detalles que había marcado Ibah. Como conocedor de la evolución de los vintor, sabía que todos ellos llevaban dentro un linava y, por la misma razón, todos los linavas llevaban dentro un vintor. Se maravillaba de que tan pocas diferencias genéticas se tradujesen en las grandes diferencias físicas y psíquicas. Era inevitable que en su plan de selección de los vintor primasen sus convicciones sobre el azar. Aún así, la diversidad de caracteres vintor seleccionados era muy amplia. A esto había que añadir la diversidad en los rasgos físicos y en el lenguaje.

Los vintor habían sido ubicados en la nave Veyda de acuerdo a sus relaciones familiares u otras características afines. Sin embargo, la compartimentación no era excluyente, ya que todas las ubicaciones estaban comunicadas integrando una zona de Veyda especialmente diseñada para la vida de los vintor. La atmosfera estaba controlada manteniendo los parámetros de antes de la decadencia de Gincea. Además, incluía espacios comunes que reproducían las áreas de Gincea más agradables para los vintor, con algunas especies vegetales y otros seres habituales en su entorno.

Veyda estaba dirigida por un gran equipo que lideraba Ibah. La mayoría de los integrantes del equipo tenían experiencia en viajes interestelares cortos, pero no así Ibah. Él solo tenía experiencia en viajes científicos por el sistema planetario de Tiniel, pero nunca como comandante de una nave. La confianza y el respeto mutuo eran los ingredientes básicos para el funcionamiento de ese equipo, cuyo objetivo principal era encontrar un planeta habitable para los vintor. Otros objetivos eran secundarios, pero importantes en la estrategia que Ibah tenía para el viaje.

En una primera etapa del viaje el objetivo principal era abandonar la influencia de Tiniel y dirigirse hacia otras estrellas más alejadas del centro de la galaxia que antes no habían sido exploradas con naves habitadas. Veyda no se detendría para analizar los detalles de los planetas que apareciesen en su camino. Para ello, utilizarían las sondas automáticas que les reportarían de forma anticipada las condiciones de habitabilidad de los mundos que fueran encontrando. Solo se acercarían a orbitar un planeta cuando las probabilidades de éxito fueran altas, es decir, cuando se dieran las mínimas condiciones de habitabilidad o condiciones necesarias. Otros aspectos importantes, que no podían ser detectados por las sondas, los deberían descubrir en la corta distancia y esto les llevaría un tiempo muy valioso.

En Gincea seguían con todo detalle el curso de la expedición. Era importante conocer la adaptación de los vintor a las condiciones del viaje, teniendo en cuenta que ellos nunca habían abandonado antes Gincea. También realizar el registro de todo lo que acontecía en la nave y de los parámetros de la trayectoria seguida. Especialmente relevante era detectar cuando perdían la comunicación con Veyda. Aún no tenían una explicación científica a este hecho, ya comprobado con naves automáticas que habían viajado más allá de las estrellas cercanas. La tripulación de Veyda podría comprobar si el problema era recíproco, es decir, si ellos también dejaban de percibir a Gincea y cuando. Existían varias teorías al respecto, por lo que sería una ocasión única para verificarlas. En cualquier caso, Veyda estaba equipada con el conocimiento y el equipamiento más avanzado de Gincea, aunque no necesariamente fuera el conocimiento más avanzado de la galaxia.

La adaptación de los vintor al viaje era excelente. Aunque siempre estaban vigilados y monitorizados, gozaban de autonomía para el ejercicio de sus actividades y relaciones. La probabilidad de que no encontraran un planeta habitable para ellos era remota, aunque sabían que podrían tardar generaciones en encontrarlo. Todo estaba preparado para que asumieran que podrían ser los descendientes de los vintor que ahora viajaban, los que disfrutarían de ese destino prometido. También la tripulación linava estaba sujeta a esta circunstancia, aunque la vida de un linava era mucho más larga que la de un vintor.

Ibah registraba en su libro lo más relevante de cada periodo. Cada vez que lo hacía, venía a su mente el fuerte deseo de vivir el momento en que los vintor fueran desembarcados en un planeta adecuado para su desarrollo, pero, antes de que esto ocurriese, era muy probable que fuera testigo del último mensaje de Gincea. Aquel periodo, había completado su registro cuando cierta señal rutinaria dejó de percibirse, quedando paralizado como si se hubiera detenido su vida. En un breve lapso de tiempo, volvió a la realidad cuando por el sistema de comunicaciones interno del nivel más alto percibió lo inevitable: Las comunicaciones con Gincea son imposibles. El control total es del comandante Ibah. Y Veyda continuó su viaje.

FIN

Relato corto escrito por: Lucía Nante