Como todos los días en el lago de aquel pequeño lugar llamado Ranguren, los patos que habitaban en él, se despertaban con los primeros rayos del sol incidiciendo en el lago y dando color a toda la preciosa vegetación que allí se encontraba.
Dory, que así se llamaba la patita más fuerte del lago, ayudaba a los demás patitos y sobre todo a sus crías a conseguir sus alimentos. La vida en aquel lago era un remanso de tranquilidad.

