LOS PADRINOS DE BEGOÑA

Cuento Infantil para niños/as, escrito por: El Equipo de Cuentos Infantiles Cortos

Begoña ya tenía su vida totalmente hecha, con su marido y sus tres hijos, trabajaba de escritora en una editorial. De vez en cuando visitaba a sus padres, que se habían trasladado a un pequeño pueblo de Guadalajara, y el día a día de Begoña trasncurría con moderada tranquilidad.

Un buen día, una amiga de la infancia le envió un mensaje para reencontrarse después de casi veinte años. La idea a Begoña le pareció estupenda, y como además le encantaba organizar fiestas, encuentros y demás eventos, entre las dos se pusieron manos a la obra y en cuestión de un par de semanas, pudieron cuadrar agendas y reunirse para ver cómo habían cambiado sus vidas.

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Cuando se vieron, se fundieron en un tierno abrazo, ninguna pudo contener la emoción del momento y las lágrimas acudieron a sus ojos, entornados de tanto sonreír. Se separaron y se miraron de arriba a abajo.

– «Bego, estás igual. Te veo por la calle y te reconozco».
– «Tú también Clarita, guapísima como siempre».

Se pusieron a charlar y les dieron las tantas contándose sus vidas. Casi antes de despedirse, Clara le dijo a Begoña que sus padres estaban enfermos, y que les haría mucha ilusión verla antes de que la enfermedad no les permitiera reconocerla. A Begoña, los padres de Clara le tenían mucho cariño, eran sus padrinos, esas personas que los padres eligen para que en caso de faltar ellos, la cuidasen.

Begoña volvió a casa con una emoción interna que no le dejó dormir. Al día siguiente llamó a su amiga y le dijo:

– «Clara, dime dónde están mis padrinos, voy a verles ahora mismo».

Clara esperó a Begoña en la puerta de la residencia donde se alojaban sus padres. Ella pasaba las tardes completas con ellos en los jardines del centro, haciéndoles compañía y contándoles cómo era la vida fuera de aquel recinto, y desde que les había contado que había estado con Begoña, los padres habían estado inquietos y emocionados, con muchas ganas de abrazar a su ahijada.

El encuentro fue muy emotivo, el abrazo emocionante de aquellas cuatro personas no dejaba lugar a dudas del cariño que siempre había existido entre ellos, y que por circunstancias de la vida se fueron separando, muy en contra de lo que hubiera esperado cualquiera de ellos.

Los padrinos de Begoña tenían una demencia degenerativa severa, y a pesar de ello, aquel encuentro fue una inyección de vitalidad, como una medicina que todo lo cura. Al poco tiempo, los padres de Clara pudieron salir de la residencia, e irse a vivir con su hija, aunque con decaídas, permanecían alegres y lúcidos la mayor parte del tiempo.

Al comprobar la mejoría que habían experimentado sus padrinos, Begoña quiso completar el círculo afectivo que se había empezado antes de dejar de verse hacía veinte años. Organizó un encuentro con sus padres y los padres de Clara.

Fue indescriptible. Las emociones impedían hablar a todos ellos. A partir de aquel momento, los padres de las amigas, hacían por verse semanalmente. Tanto unos como otros mejoraron considerablemente sus estados de salud. Con todo esto, todos aprendieron una nueva filosofía de vida, nunca es tarde para ser feliz y para hacer feliz a los demás, disfrutar del tiempo que se tiene para estar con quien se quiere, prolonga la vida y potencia el buen humor.

FIN

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