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EL CUENTO DE LA COL

Cuento Infantil para niños y niñas, escrito por: Silda Barberá

Desde el cielo, la lluvia iba cayendo… cayendo, suave, suavemente. Era bonito ver el cielo nublado.

De noche no se veía ni una estrella. Así durante seis días. A pesar de todo, había que reconocer que era bueno aquella lluvia, ya que beneficiaría a la tierra.

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Los hombres que con su sudor la habían trabajado, miraban complacidos como crecían las plantas. Al cabo de seis días salió el sol, las plantas mojadas por la lluvia brillaban como si fueran perlas preciosas.

En un trozo de tierra crecían muchas coles, entre ellas una muy especial, la más hermosa, la más tierna. Alta y orgullosa como si toda la tierra fuese suya.

Con desprecio miraba a sus compañeras y les veía pequeñas, insignificantes. A ella la naturaleza le había favorecido.

La payesa ya se había dado cuenta de su belleza, la miraba muy interesada, calculando el dinero que podrían pagarle por ella cuando la llevara al mercado.

La col se sentía admirada, sabía que la payesa estaba satisfecha de su belleza y decía:

– Mi precio es muy alto, ¡soy la más bella de todas!

Al cabo de unos días, la payesa la arrancó juntamente con las otras coles, diciéndole a su marido:

– Voy al mercado a vender las coles.

El marido le respondió:

– Esta col tan maja no la vendas demasiado barata.
– Piensdo pedir tres euros. – Dijo su mujer.
– Me parece bien.

La col se sintió muy satisfecha al ver que el payés también había manifestado que era muy hermosa y que no le diera por poco dinero.

– ¡Yo soy una col, mucha col, como pocas coles y mi precio ha de ser muy alto!

La payesa, muy contenta, cogió las coles y se fue hacia el mercado.

Una mujer, al ver aquella col tan preciosa, fue y mirándola le preguntó cuanto valía. La payesa, muy satisfecha dijo:

– Es muy preciosa, mírela bien.
– Sí que es maja, sí. ¿Cuanto pide por ella?
– ¡Es un regalo! Tres euros
– ¿Tres euros’ Si me la deja por dos me la quedo.
– ¡No! – Gritó orgullosa la col, ¡no me rebaje el precio, soy muy hermosa!

La payesa dudó, pero pensó que tenía toda la mañana para venderla.
Muchas mujeres la querían, pero sólo pagaban dos euros.

De regreso a su casa, la payesa había vendido todas las coles menos la más hermosa de todas. El marido, muy extrañado preguntó:

– ¿Cómo es que no has vendido la col?
– Me han pedido todas las que han venido a comprarla que les rebajase el precio a dos euro, he dudado, pero al final he decidido no hacerlo, es demasiado hermosa.

La col oía la conversación y estaba muy orgullosa de sí misma al sentirse tan valorada.

– Has hecho bien, las mujeres siempre regatean, no saben el esfuerzo que nos cuesta trabajar la tierra, sembrar, regar y a veces con un temporal todo se estropea. Mañana ya la venderás, es muy grande, nunca había visto una col como ella.

Al día siguiente, al poco rato de estar en el mercado, se le acercó una mujer mirando la col, ésta se puso recta como un palo. La mujer preguntó el precio, estaba muy interesada. La payesa le dijo:

– Es la más hermosa del mercado, mírela bien, no encontrará ninguna como esta. Es muy dulce y tierna, hecha con patatas es buenísima.

La col orgullosa sonreía y ya sentía el olor que haría hervida con patatas, como decía su dueña.

– Sí, ya veo que es muy maja, pero, ¿cuanto vale?

La payesa pensó que el día anterior la habría vendido por dos euros y decidió hacerlo.

– Dos euros.
– ¡No!, ¿es que las mujeres no hacen más que rebajarme) Yo soy muy buena hecha con patatas, soy deliciosa y tierna, lo dice la payesa.
– Demasiado cara, ¿me la da por un euro?

Llegó de nuevo a casa con la col grande, las otras las había vendido, y el marido le preguntó:

– Tan maja como es y ¿no la has podido vender?
– Todas las mujeres me rebajan el precio. La verdad, me ha parecido injusto, parecía como si todas se pusieran de acuerdo.
– ¿Cuanto te daban por ella?
– Un euro
– ¿Sólo un euro? Es injusto. Mira, mañana la vendes al precio que sea. Tiene mala suerte.
– ¡No! ¡No!, – dijo furiosa la col.
– ¡Basta!. – Gritó el hombre. – Ya no quiero verte más.

La col se puso triste y arrancó en un llanto. Tan orgullosa de su belleza, que siempre miraba con orgullo a las otras coles más pequeñas, veía como a las otras las compraban y a ella la despreciaban.

El dueño vio como lloraba y la dejó sola. Mañana será otro día, no tengo ganas de ver llorar a una col por muy hermosa que sea. La última palabra la tiene la mujer que la compre.

Toda la noche estuvo llorando y cuanto más lloraba más fea se volvía.

Al día siguiente la dueña, al verla, llamó a su marido.

– No podrás venderla a ningún precio, está estropeada.
– ¿Qué hago?
– Dásela a los cerdos.
– ¡Noo!, a los cerdos no. Quiero ser hervida con patatas y seré muy dulce.

Y mientras la vanidosa col gritaba, los cerdos se la comían.

FIN

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Resumen

Cuento Infantil de una hermosa col, no querían venderla barata. Pasaron los días y nadie la compraba por lo orgullosa que era. Al final fue comida de cerdos

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