Había una vez, un músico llamado Jonás, que componía canciones en su casa. Para ello, tenía su propio equipo de grabación, incluidos los micrófonos y unos altavoces nuevos que acababa de comprar. Todo su equipo lo tenía dentro de una sala, a la que él llamaba «sala de música«.
Un día, estaba Jonás grabando un nuevo tema musical en la sala de música, cuando en uno de los altavoces sonó un ruido muy extraño.
Jonás no le dio importancia, afinó sus instrumentos de nuevo, y siguió componiendo música.
Pero, al rato, volvió a sonar ese mismo ruido peculiar, «es como si alguien estuviera dentro del altavoz«, pensó Jonás. Y volvió a revisar los altavoces y a afinar los instrumentos, sin encontrar nada.
Jonás siguió componiendo música, y durante un buen rato todo sonaba armónicamente, hasta que volvió a sonar el ruido, pero esta vez Jonás vio como salía una pequeña lengua del altavoz, y supo que allí dentro había alguien…
Jonás tramó un plan para atrapar al que se estuviera escondiendo en el altavoz, y se colocó cerca de él mientras siguió tocando sus instrumentos. Cuando volvió a sonar el ruido misterioso, Jonás estaba preparado y cogió la lengua del misterioso ser que se escondía en el altavoz.
«¡¡Te pillé!!«, gritó Jonás, que había cogido la lengua, como si sus manos fueran pinzas de un cangrejo.
Cuando Jonás tiró de la lengua para Sigue leyendo →