Cuentos de Personas

EL NIÑO Y LOS POLITICOS

Érase una vez un niño muy inteligente, que se llamaba Luismi. Luismi siempre se preguntaba por qué salían tanto por la tele dos políticos, y por qué salían discutiendo todo el rato.

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Así que le preguntó a sus padres: «Papá, Mamá, ¿Por qué salen esos señores por la tele discutiendo?«.

A lo que los padres contestaron: «Luismi, son políticos, su trabajo consiste en hacer que los habitantes de nuestro país sean más felices.»

Pero Luismi no se quedó tranquilo con esa contestación, y dijo: «Pero qué sentido tiene que estén trabajando para nosotros, si se les ve claramente discutiendo, y eso no es trabajar por nosotros«.

A lo que los padres contestaron: «Al final, el que esté trabajando realmente por todos nosotros será el que tenga la conciencia tranquila… y podrá dormir por las noches. Luismi duérmete, y no pienses más en los políticos, que lo que tienes que hacer es trabajar en la escuela y no preocuparte por ellos.»

FIN

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LUIS Y EL HUMO GRIS

Había una vez, un niño de 6 años llamado Luis, que un día de camino para el colegio en el coche de su padre, mirando por la ventanilla, descubrió que se estaba formando una gran masa de humo gris, justo encima del coche.

Luis, algo asustado, empezó a mirar al resto de coches que había en la carretera, para saber si también ellos llevaban encima del coche, una nube de humo gris persiguiéndoles. Para sorpresa de Luis, todos los coches que iban circulando por aquella carretera llevaban encima el humo gris.

 

Cuentos infantiles - Luis y el humo gris

Luis le preguntó a su padre: «Papá, ¿que es esa nube de humo gris que llevan los coches encima?«.

Entonces, el padre de Luis, algo extrañado por la pregunta que le había hecho su hijo, le contestó: «Luis, esa nube de humo gris, es la contaminación«.

– «¿La contaminación? ¿y qué es la contaminación?«, le preguntó Luis, esperando intrigado la respuesta de su papá.

– «Pues la contaminación, por ejemplo, es ese humo gris que puedes ver encima de nuestros coches. Los coches que funcionan con gasolina o gasoil, emiten una serie de gases a la atmósfera que son muy malos para los seres vivos y para el planeta Tierra. Hoy se ve mucho el humo gris porque lleva muchos días sin llover.» le respondió su padre.

Durante un buen rato, Luis estuvo reflexionando sobre lo que acababa de contarle su padre. Y empezó a sacar algunas conclusiones al respecto. Luis pensaba que si el humo gris era malo, y que los coches eran los culpables de que existieran, ¿por qué había siempre tantos coches en la carretera?.

– «Papá, entonces si el humo gris es la contaminación, y va a hacer daño al medio ambiente y a todo el planeta, ¿por qué vamos al colegio en coche?«, le preguntó Luis.

– «Pues hijo, porque para poder llegar a tiempo a mi trabajo, tengo que traerme el coche, en autobús o metro, no nos daría tiempo«, le respondió su padre.

Luis, a partir de ese día, se quedó pensando por qué la gente utilizaba tanto el coche. Así que, como no se quedó satisfecho con la respuesta que le dio su padre, un día en el recreo Sigue leyendo

EL ENTRENADOR Y LOS TRES NIÑOS

Érase una vez un entrenador de fútbol infantil, llamado Vicente, en cuyo equipo había tres niños que jugaban en la posición de delantero. En cada partido, el entrenador sólo podía sacar al campo un delantero, por lo que a veces tenía problemas para elegir al delantero que debía jugar.

Daba la casualidad, de que los tres niños delanteros eran los mejores jugadores del equipo, con tan mala suerte que sólo uno de ellos podía jugar en los partidos.

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El entrenador buscó una solución, pero por mucho que pensaba, no la encontraba.

Además, a Vicente le costaba mucho pedir ayuda, ya que creía que la gente iba a pensar de él que era tonto, por no saber resolver el problema él solo.

Pero un día, los tres niños delanteros se le acercaron, y le dijeron a su entrenador: «Vicente, cuando hay algo que no podemos resolver solos, la mejor solución es pedir ayuda a alguien cercano»

Entonces, Vicente se acordó de un viejo amigo suyo en el que podía confiar, Sigue leyendo

EL NIÑO DE LAS HAMBURGUESAS

Érase una vez, un niño llamado Paquito de 13 años, al que le gustaba mucho comer hamburguesas con patatas fritas, en restaurantes de comida rápida. Todas las semanas, Paquito y un amigo suyo, Daniel, quedaban para ir juntos a comer a un McDonalds que había en el barrio, una súper hamburguesa con patatas fritas y un refresco.

Cuentos-infantiles-El-nino-de-la-hamburguesa

 

Tanto le gustaban las hamburguesas a Paquito, que durante la semana, no podía parar de pensar en la hamburguesa que se comería el próximo domingo, con su amigo Daniel. Es más, de tanto pensar, un día tuvo un sueño con una hamburguesa

En el sueño de Paquito, aparecía una hamburguesa recién hecha, con el queso gratinándose, y que le decía:»come hamburguesas, estamos riquísimas!!«. Entonces, Paquito cogía a las dos hamburguesas enormes que habían aparecido en su sueño, y se las comía de un bocado. Pero de repente, empezó a sentirse mal, pues había comido demasiado y le dolía la tripa.

El niño, justo antes de despertar de aquel sueño, se miró al espejo y vio que le había salido una barriga tan grande como la de Santa Claus, entonces gritó: «¡¡nooooo!!«.

Entonces, Paquito se despertó sobresaltado de aquel sueño que estaba teniendo y se fue corriendo a mirarse la tripa al espejo del baño. Por suerte, todo había sido un sueño.

Al día siguiente, como todos los domingos, Paquito y Daniel habían quedado en el banco del parque para ir a comer una hamburguesa al McDonalds, pero hoy iba a ocurrir algo inesperado.

Justo cuando estaban a punto de entrar en el local, Paquito se detuvo en la puerta y dijo: «Daniel, yo hoy no quiero comer una hamburguesa, Sigue leyendo

EL PACIENTE INGLES

John era un profesor de inglés que daba clases a niños de siete años, en un colegio de Madrid, en España. John era nativo de Inglaterra, y en todas sus clases no hablaba ni una palabra de español, todo era en inglés.

 

Cuentos cortos - el paciente ingles

Los niños de la clase le admiraban de lo bien que hablaba inglés, pero en las clases de verbos, los niños se portaban muy mal, ya que se aburrían de repetir, como loros, siempre los mismos verbos.

De hecho, los niños no paraban de gritar y de tirarse papeles cuando John trataba de enseñarle los verbos.

Cuando esto pasaba, John dejaba de hablar hasta que los niños se callaban, y así podía seguir dando su clase de inglés.

Un día, uno de los alumnos de la clase, le dijo: «John, ¿por qué te callas cuando los niños empezamos a portarnos mal? El resto de profesores nos gritan a nosotros, para que nos callemos…»

John miró a este niño, y le dijo en español con acento inglés: «Hay que tener paciencia para obtener los resultados que quieres con vosotros, los niños. Y eso es lo que hago, ser paciente, un paciente inglés«.

La verdad es que, de todos los profesores de ese colegio, John era el único que, en 4 meses, había conseguido que los alumnos le hiciesen caso, y que estos niños aprendieran también a ser pacientes.

FIN

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