Cuentos de Aventuras

LOS TRES CERDITOS

Cuento Infantil para niños y niñas

Érase una vez tres cerditos que iban a construirse una casa para así estar a salvo de las garras del lobo, quién últimamente acechaba los alrededores de aquel lugar, y derribaba casas para comerse a los cerditos que habitaban dentro de ellas.

Los tres cerditos pensaban de forma distinta, así que cada uno se hizo su casa de la forma que pensaba que era la mejor. Tocinete, que era el pequeño de los tres cerditos, decidió hacerse la casa con paja para así terminar antes, e irse a jugar con el resto de cerditos.

Jamoncín, el mediano de los tres hermanos cerditos, se hizo la casa con madera, pues no le llevaría mucho tiempo, y podría ir a jugar pronto.Cuentos clasicos - Los tres cerditos y el lobo
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PIPI Y LA MONTAÑA RUSA

Había una vez una niña de 12 años llamada Pipi, a la que le gustaban mucho los parques de atracciones, aunque nunca había ido a ninguno.

Sus padres nunca le habían dejado ir a ningún parque porque decían que eran muy peligrosos, pero que harían una excepción el día de su cumpleaños, llevándola al parque de atracciones más grande que existía.

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Y así fue, como el día del cumpleaños de Pipi, los padres de Pipi le regalaron una entrada para ir al parque de atracciones para todo ese día. Así que, Pipi se puso muy contenta.

Al llegar al parque de atracciones, Pipi se quedó boquiabierta al ver Sigue leyendo

JUANITO Y EL LABERINTO

Había una vez, un hombre muy sabio que se llamaba Juan, aunque todo el mundo lo conocía por Juanito, pues era un hombre muy cercano a la gente y le escuchaba mucho escuchar las opiniones de los demás.

Juanito había vivido en un pequeño pueblo durante toda su vida, pero justo hace dos años, cuando tenía setenta años, se había ido a vivir a la gran ciudad, con su hija Ana.

A Juanito siempre le había gustado la historia y en su mesilla de noche, nunca faltaban libros de aventuras intrigantes sobre personajes históricos.

 

Cuentos infantiles - Juanito y el laberinto

Un día curioseando por la librería de su hija Ana, encontró un libro que por su aspecto, algo deteriorado, debía ser muy antiguo. Juanito se dio cuenta que no era un libro cualquiera, sino que era un libro especial, y que dentro de sus páginas parecía guardar un gran secreto.

En la portada de aquel libro, aparecían unos símbolos egipcios, que Juanito había visto en algún lugar, pero no recordaba dónde. Así que, se puso sus gafas en la punta de su nariz, cogió el libro y empezó a leer las primera páginas, cuando de repente se dio cuenta que se trataba de un libro muy antiguo, escrito por un historiador egipcio, dónde había descrito minuciosamente los pasos que debía seguir el lector para atravesar un laberinto y llegar al tesoro que allí había guardado.

Juanito estuvo toda la noche leyendo aquel misterioso libro y descifrando los acertijos que iba encontrando según avanzaba la lectura. Justo antes de amanecer, había terminado el libro, pero no había conseguido encontrar la respuesta que le conduciría hacia el tesoro de aquel egipcio. Pero de repente, en la última página del libro, encontró una frase incompleta que era la clave que faltaba para resolver los acertijos.

Pasados unos minutos, en los que Juanito había reflexionado sobre todo lo leído, encontró la respuesta a esa frase incompleta y sin perder ni un instante más, cogió un boli de su bolsillo y completó la frase del libro.

De repente, el libro empezó a temblar y Sigue leyendo

EL HOTEL ENCANTADO DEL BOSQUE

Había una vez, un hotel donde solían ir muchos turistas, pero no era un hotel normal, o al memos, eso decían algunas de las personas que ya se habían alojado en ese hotel.

Matías era un niño que había ido con sus padres a pasar unos días al hotel, pues iban a visitar el parque nacional de Ordesa, ya que era uno de los parques más bonitos de todo el mundo.

 

Cuentos cortos - El hotel encantado del bosque

Cuando la familia de Matías llegó al hotel, y vieron que era un antiguo monasterio de piedra, totalmente reformado en un hotel, se quedaron muy sorprendidos y  maravillados, por lo grande que era.

Matías tenía una habitación para él solo, así que estaba muy contento , pues pensaba que podría dormir hasta muy tarde, sin que nadie lo molestara.

Sin embargo, cuando Matías se encontraba durmiendo plácidamente, un ruido a media noche lo despertó. Tal fue el susto que se llevó el niño, que no pudo evitar chillar.

Se levantó de un salto de la cama y encendió la luz para ver qué había sido ese ruido, pero no había nada en aquella habitación del hotel, sin embargo, cuando Matías estaba a punto de volver a la cama, se encontró en el suelo, al lado de la chimenea, un trozo de tela vieja. Lo cogió para observarlo más detenidamente, y empezó a buscar por toda la habitación intentando encontrar alguna pista más.

Pasado un tiempo, y no habiendo encontrado nada, Matías se volvió a meter en la cama para seguir durmiendo. Durante unos minutos, Matías estuvo con los ojos abiertos intentado dormirse, pero no podía. Tenía los ojos abiertos como platos, y se había tapado con las sábanas hasta la cabeza, del miedo que tenía, pues no paraban de sonar pequeños crujidos.

Cuando estaba apunto de dormirse, volvió a sonar otro ruido como el anterior, y sin perder un momento, Matías encendió la luz para ver de donde provenía. Entonces, vio como alguien vestido con un camisón de la misma tela que se había encontrado antes, se había metido en la chimenea. Así que salió corriendo, de su habitación del hotel y fue a la habitación de sus padres, y de un salto se metió en la cama de sus padres. Sigue leyendo

EL REPARTIDOR DE PIZZAS VALIENTE

Había una vez un repartidor de pizzas, llamado Pizzeto, cuya misión era llevar la cena a las casas de los clientes para que estos pudieran comer tranquilamente.

Las pizzas iban metidas en una funda, y las llevaba en moto, en un cajón con candado, que llevan las motos detrás del asiento.

 

Cuentos infantiles - el repartidor de pizzas valiente

Pizzeto solía dejar el cajón de las pizzas sin cerrar, porque así hacía las entregas más rápido.

Un día, iba tranquilamente a entregar unas pizzas, cuando de repente aparecieron dos coches, y le robaron las pizzas.

Pizzeto les siguió disimuladamente y vio cómo, al llegar al destino del cliente, se hacían pasar por pizzeros.

Una vez que les abrieron la puerta a los ladrones, éstos entraron violentamente y ataron a unas sillas a todos los que vivían en la casa.

Pizzeto, que lo vio todo por la ventana de la casa llamó a la policía, y les avisó de que una familia corría peligro.

Mientras llegaba la policía, él se hizo pasar por policía, y les dijo: «Están rodeados! Salgan de la casa con las manos en alto y los ojos cerrados, están detenidos!»

Los ladrones al escuchar esto, se asustaron y empezaron a salir con las manos en alto y los ojos cerrados, y Pizzeto según salían los iba atando a una farola.

Cuando llegó la policía, Sigue leyendo