Un tío llamado Sapón vivía con su sobrino Sapito dentro de un amplio estanque de aguas verdes sobre las que también flotaban muchas hojas de Jacintos y Lentejas.
Sapón era bien gordote y comía sin descansar mientras que Sapito era delgado, y bastante estirado, por lo que trepaba con bastante frecuencia hasta una estatua con un jarrón que crecía en medio del estanque.
Sapito saltaba y en ocasiones corría mientras que Sapón se burlaba de él diciéndole: estás más flaco que una cuerda floja, si continúas saltando y sin comer te voy a ver más seco que una espina de pescado.
Pero Sapito no escuchaba a su tío con sus burlas, ni Sapón detenía su alargada lengua que salía continuamente de su ancha boca para atrapar mosquitos, larvas de mariposas y moscas.
—Espinita, espinita, espina de pescado—Le decía Sapón a su sobrino a la vez que rodaba hacia los lados y se arrastraba por sus grandes risotadas. Sigue leyendo