Había una vez un pájaro llamado Espino, al que le gustaba mucho revolotear al lado de los cables de la red eléctrica que existen alrededor de muchos pueblos.
Le gustaba estar cerca de los postes de la luz, porque era un sitio donde hacía calorcito, y los pájaros tenían donde posarse.
En los cables, había un extraño elemento rojo, al que los pájaros llamaban «el señor cogollo rojo«. Este extraño cogollo rojo, tenía forma esférica, era blandito y de color rojo como los «pimientos de piquillo». Además, había cogollos rojos distribuidos por todo el cable, lo que llamaba mucho la atención de los pájaros.
Un día, se acercó otro pájaro llamado Lucas, que era un pájaro estafador, y le dijo a Espino: «el cogollo de color rojo es un señor al que tienes que alabar, ya que nos salva, a nosotros los pájaros, de chocarnos contra los cables, que al ser éstos tan finos, no vemos.»
Lucas, tenía razón en una cosa: el señor cogollo rojo avisaba a los pájaros de que allí había un cable, y de esta manera no se chocaban contra él, ya que la visibilidad de un cable en el aire es muy reducida. De hecho los humanos llaman al señor cogollo rojo por el nombre de «salvapájaros«.
Espino, se quedó extrañado de que un trozo de plástico fuera tan poderoso, y no se lo creyó. Pero el pájaro Lucas insistió, y le dijo: «¿ves aquel pájaro muerto en el suelo…?«, señalando a un pájaro desplumado que había tirado bajo el poste de la luz. Y Lucas prosiguió hablando: «Pues ha sido fulminado por el señor cogollo rojo, ya que no le ha guardado respeto suficiente«.
En realidad, el pájaro desplumado que había en el suelo, era un pájaro que había tenido la mala suerte de tocar dos partes del poste de la luz, que estaban cargadas eléctricamente, y se electrocutó. Sigue leyendo →