Cuentos de Cooperación

Cuentos infantiles con la cooperación como principal valor humano. Estos cuentos incitan a los niños a ser cooperativos. Cuentos de cooperación infantiles con mucha imaginación. Te lo pasarás genial contando cuentos de cooperación a los niños. Cuentos de cooperación que estimularán el lado más colaborativo de los niños.

Cuentos de Cooperación:

JAIMITO, EL NIÑO INVENTOR DE PADEL

Érase una vez un niño, que se llamaba Jaimito, y que jugaba mucho al tenis con su padre. Jaimito había aprendido con él, y por eso le gustaba mucho jugar partidos los fines de semana con su padre.

Jaimito nunca se imaginaba que pudiera inventar un deporte nuevo: el Padel.

La pista de tenis a la que iban a jugar era pequeña, y estaba rodeada de paredes para que las pelotas de tenis no se fueran muy lejos.

Jaimito siempre se preocupaba porque las paredes estaban muy cerca de él, y le impedían así poder jugar bien al tenis. Pero su padre le decía: «Jaimito, olvídate de las paredes, y no pongas excusas porque las paredes no estorban!»

Pero un día tras otro, Jaimito iba viendo las paredes más cerca, y le decía a su padre: «Papá, ¿no notas como la pista es cada vez más pequeña

«No, yo no noto nada… Ya empiezas con tus paranoias Jaimito… Venga anda, ponte a jugar y déjate de películas

Jaimito llegó a pensar que estaba alucinando…, pero un día descubrió que tenía razón cuando sucedió algo inesperado. De repente, mientras jugaba al tenis, oyó una voz que le decía: «Jaimito, soy la pared de la pista de tenis..» Entonces se hizo un gran silencio… Sigue leyendo

EL REPARTIDOR DE PIZZAS VALIENTE

Había una vez un repartidor de pizzas, llamado Pizzeto, cuya misión era llevar la cena a las casas de los clientes para que estos pudieran comer tranquilamente.

Las pizzas iban metidas en una funda, y las llevaba en moto, en un cajón con candado, que llevan las motos detrás del asiento.

 

Cuentos infantiles - el repartidor de pizzas valiente

Pizzeto solía dejar el cajón de las pizzas sin cerrar, porque así hacía las entregas más rápido.

Un día, iba tranquilamente a entregar unas pizzas, cuando de repente aparecieron dos coches, y le robaron las pizzas.

Pizzeto les siguió disimuladamente y vio cómo, al llegar al destino del cliente, se hacían pasar por pizzeros.

Una vez que les abrieron la puerta a los ladrones, éstos entraron violentamente y ataron a unas sillas a todos los que vivían en la casa.

Pizzeto, que lo vio todo por la ventana de la casa llamó a la policía, y les avisó de que una familia corría peligro.

Mientras llegaba la policía, él se hizo pasar por policía, y les dijo: «Están rodeados! Salgan de la casa con las manos en alto y los ojos cerrados, están detenidos!»

Los ladrones al escuchar esto, se asustaron y empezaron a salir con las manos en alto y los ojos cerrados, y Pizzeto según salían los iba atando a una farola.

Cuando llegó la policía, Sigue leyendo

EL LOBO Y LA ESCALERA

Érase una vez, un lobo llamado Aullón, que vivía en un valle donde se cultivaban muchos frutales.

Aullón trataba de subirse a los árboles frutales para comer la fruta que éstos daban. Sin embargo, los frutales más apetitosos eran árboles grandes a los que Aullón no podía llegar.

En aquel valle, un hombre de sesenta años, el señor Martín, tenía unos cuantos frutales que cuidaba con mucho amor.

 

Cuentos infantiles - El lobo y la escalera

Lamentablemente, a medida que se hacía mayor, notaba que le faltaban las fuerzas para recoger la fruta, ya que era una tarea muy cansada.

Martín tenía algunos de los frutales más grandes y apetitosos de todo el valle, por lo que Aullón ya se había fijado en ellos, y un día decidió ir a por su fruta, y empezó a saltar debajo del árbol.

Martín, que estaba mirando por la ventana en ese momento, se dio cuenta de que el lobo intentaba quitarle la fruta de sus exquisitos árboles, pero que, por mucho que saltara y aullara, no llegaría a las ramas de aquel árbol tan grande.

Al ver esto, Martín tuvo una gran idea: Le ofreció a Aullón una escalera para que accediera sin problemas a la fruta, pero a cambio, el lobo le tenía que dar a él la mitad de la fruta que cogiera, para que Martín siguiera prestándole la escalera.

Aullón aceptó el trato y empezó a trabajar recogiendo fruta, y durante una mañana estuvo subiendo y bajando de la escalera para llenar un cesto de fruta, que luego repartirían entre los dos.

Sin embargo, Sigue leyendo

EL TIBURON BUENO DE LA PLAYA

Había una vez, en un país muy lejano, una playa plagada de tiburones, en la que nadie se podía bañar.

Los pocos humanos atrevidos, que alguna vez se bañaron, fueron devorados por los tiburones, en cuestión de minutos. La playa había sido cerrada al público, por su peligrosidad.

 

Cuentos cortos - el tiburon bueno de la playa

Sin embargo, un valiente nadador, amante de los animales, llamado Alberto, tenía un plan para que esa playa pudiera llenarse de bañistas, tranquilos de no ser devorados por los tiburones.

Un día, Alberto cogió una lancha motora, y se dirigió a un peñón que había cerca de la playa, allí estableció su campamento base para realizar su plan.

Lo primero que hizo fue establecer contacto con los tiburones, y observar su comportamiento. Así, pudo descubrir a un tiburón de entre todo el grupo de tiburones, que destacaba por su tranquilidad, armonía y aparente falta de agresividad. Alberto le puso nombre a este tiburón, «se llamará Fredi», pensó Alberto.

Alberto permaneció en su campamento base, aprendiendo sobre los tiburones, y sobre todo, interpretando su lenguaje.

Una vez que consiguió aprender a escuchar lo que decían, aisló al tiburón más tranquilo al que llamó Fredi, y empezó a comunicarse con él.

Al principio, Alberto no se entendía del todo bien con él, pero poco a poco fue interpretando sus gestos y movimientos.

Llegó a entender muchas cosas, entre ellas que a Fredi no le gustaba comerse a los humanos, que lo que se comía cuando su grupo iba de caza, eran las aletas de buceador que a veces llevaban los imprudentes nadadores que se metían en la playa.

Todo estaba tranquilo, hasta que un día, consiguió entender que Fredi le estaba dando un mensaje importante: «Márchate de este lugar, Alberto. Mis compañeros de grupo tienen planeado comerte…» Sigue leyendo

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LAS ESTACIONES DEL AÑO

Había una vez, cuatro estaciones del año que se hacían llamar la Primavera, el Verano, el Otoño y el Invierno. Cada estación era de una manera de ser, pero había dos que se llevaban muy mal, ¿y quienes se llevaban mal?, os estaréis preguntando, pues el Invierno con el Verano.

Desde que se conocieron el Invierno y Verano, siempre se han llevado mal, pues al Invierno le gusta mucho el frío, que llueva y nieve, y sin embargo, al Verano le gusta que haya más días de sol, que llueva poco y que haga calor. Así que son como polos opuestos.Cuentos-infantiles-las-estaciones-del-ano Sigue leyendo