Había una vez, un monstruo muy muy malvado que trataba de hacer la vida imposible a los ciudadanos del reino donde vivía.
En uno de los pueblos del reino, había un señor que había perdido uno de sus ojos en un accidente de trabajo, es decir, que era tuerto. Pues bien, siempre que el monstruo pasaba por ese pueblo, iba a visitarle a su casa y se reía de él. Le decía: «Señor tuerto!! ¿Me ves bien? Jajaja!«.
Hasta que un día, después de que el monstruo llamara al timbre de la casa del ciudadano tuerto, éste, una vez que oyó como se metía con él, cogió una piedra y se la lanzó al ojo derecho del monstruo.
El monstruo empezó a gritar del dolor, y posteriormente se dio cuenta de que Sigue leyendo