Serra es un pequeño pueblo de la provincia de Valencia, en España. Está situado en un precioso valle, rodeado de montañas y bosques frondosos. Sus gentes son humildes y laboriosas y en él se percibe la belleza de las cosas sencillas y bien hechas.
Muy cerca del pueblo, en la cima de una colina desde donde se divisa un paisaje maravilloso, hay una casa de campo llamada “la Alquería de Sant Vicent”. Esta casa está habitada, sobre todo en época de vacaciones y fines de semana, por una familia de Valencia.
Allí acuden para descansar los abuelos, hijos, sobrinos y nietos. A menudo se juntan los ocho primitos que van a ser los protagonistas de esta fantástica historia.
Un día, como era su costumbre, Quico, Pedro, Javi, Montse, Almudena, Macarena, Toni y Pablo, salieron a la montaña a pasear y disfrutar de la naturaleza.
En uno de estos paseos encontraron un conejito blanco, precioso, que se había perdido y no podía encontrar a su mamá. Como lo vieron tan triste le dieron de comer. Sacaron de sus pequeñas mochilas un poco de pan, queso y una manzana y se la dieron. Jimmy se puso muy contento y les dijo que le llevaran con ellos. ¡Sí, sí! No te extrañes, Jimmy podía hablar.
Los niños le dijeron que eso no era posible porque en la casa había un perro, Rufo, que a lo mejor podría hacerle daño. De todas maneras se comprometieron a buscarle cada día en el mismo sitio. Se despidieron de Jimmy y regresaron a casa.
Al llegar, les contaron a sus padres y a su abuelito lo que les había pasado. Estos no les creyeron porque, decían, ¡cómo puede ser que un conejo hable! Ellos no sabían que nada hay imposible para la imaginación de un niño.