EL HOMBRE GITANO

Le encantaba su barrio. No podía ser más divertido ni más alegre.

Allí todos tocaban las palmas y la guitarra. A esta, la daban la vuelta y como si nada, seguían tocando.

La pena, si es que había alguna pena, era que no les sobraba nada, claro tampoco les faltaba. Estaban preparados para afrontar cualquier situación y así se sentían más felices.

Un día alguien salió de la casa gritando.

¡Sálvese quien pueda! ¡Sálvese quién pueda!

Todos salimos de casa, claro, los pocos que estábamos dentro ya que nosotros vivimos mucho fuera, en la calle.

Mirábamos para todos los lados y no veíamos nada, solo al señor que seguía gritando.

¡Sálvese quién pueda!

Mi abuelo que es muy respetado por su edad, se dirigió a él con paso firme y sereno, y le preguntó.

Raimundo. ¿Se puede saber que te pasa?.

¡He oído en la radio que el fin del mundo se acerca!. Y siguió gritando.

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LA PACIENCIA DEL PAYASO JOB

Érase una vez, un payaso llamado Job, al que le gustaba tanto actuar en el circo, que no era capaz de soportar la espera de varias horas hasta que le tocaba actuar a él.

Hasta tal punto llegó la impaciencia de Job, que empezó a actuar antes de que abrieran las puertas del circo, por lo que, cuando llevaba ya un rato actuando, se daba cuenta de que no había nadie riéndose…. y empezaba a llorar.

Esta situación se repetía todos los días que había función de circo, y Job se deprimía tanto al ver el circo vacío, que una vez que se llenaba de público ya no era capaz de salir a actuar.

Cuento el payaso del circo del sol

La trapecista María se dio cuenta de lo que le pasaba a Job, y fue a hablar con él. «Job, tienes que ser más paciente, porque te necesitamos. Si tú no sales cuando te toca, nunca seremos un circo completo, y no vendrán a vernos nunca más…»

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ALEX Y LA CENA DE NOCHE VIEJA

Alex es el protagonista del cuento de hoy, y sólo hay una palabra que lo describa: «TRAVIESO«. Alex, Tan sólo tiene 5 años, pero desde que empezó a dar sus primeros pasitos no ha parado de ir haciendo alguna de las suyas.

Hoy era 31 de Diciembre, conocido por todos como el día de noche vieja, y la mamá de Alex, ya estaba preparando todos los detalles para la cena de nochevieja, las uvas, el pavo relleno, los turrones, etc.

Mientras tanto Alex merodeaba por el pasillo de la cocina jugando con el coche teledirigido que le había traído Papá Noel hacía unos días, pero sin perder detalle de lo que hacía su madre. A Alex le llamaba mucho la atención que su madre tuviera en una bandeja del horno un pavo al que no paraba de meterle cosas dentro.

Pasadas unas horas, por fin, la mamá de Alex había terminado de preparar la cena de la nochevieja, y se fue a su habitación para darse una ducha y vestirse de gala para recibir a los invitados.

«Alex, voy a darme una ducha, no tardo nada. Quédate jugando con el coche en el pasillo, ¿vale?«, le dijo su mamá a Alex.

«Vale mamá«, respondió Alex mirando fijamente al pavo que había dejado su madre en la mesa de la cocina.

Alex esperó a que sonara el agua de la ducha para llevar a cabo la idea que tenía en la cabeza, y en cuanto sintió las primeras gotas de agua, corrió hacia el pavo para ver qué era eso que su madre le había metido dentro al pavo.

«Esto no va a ser fácil«, pensó Alex. «¿Cómo saco las cosas de ahí?«, se preguntaba en voz alta.

Y de repente,

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DAUCH: UNA FORMA DE COOPERACION

RELATO CORTO Nº III DE LA SERIE DAUCH

Dauch del Norte celebraba la existencia de otra sociedad diferente a ellos, con los que habían establecido un acuerdo de cooperación. Dauch del Sur disponía de tierras abundantes y de personas que las trabajaran y Dauch del Norte de la tecnología necesaria y de materias primas para fabricar las herramientas que mejoraría la productividad de los agricultores del sur. La producción de alimentos sería suficiente para abastecer a las dos sociedades, de forma que el norte se especializaría en la fabricación del equipamiento necesario para asegurar el crecimiento de ambas sociedades.

Dauch del Sur también celebraba el encuentro con los del norte, pero con alguna reticencia. Su clase dirigente no permitiría

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EL PORTAL NAVIDEÑO

Hace mucho frío, las noches están llegando más temprano y en el cafetal los grillos cantan sin parar. Allá arriba en el cielo hay una estrella que a mis ojos es gigante y en el aire se respira un olor a magia.

Esa estrella grandota, que brilla tanto, nos anuncia que se acerca navidad, mi mamá me ha contado que es la “estrella del niño”, así le dicen porque según cuentan sirvió de guía a unos reyes, unos magos llamados Melchor, Gaspar y Baltasar que siguieron su ruta para ir a adorar al Niño que nació en Belén.

– Mami, para qué está alisando esos papeles? es que va a envolver un gran regalo?

Qué guila más necia, ya no moleste más, deje de preguntar, no ve que necesito hacer el portal.

¿El Portál mami?, y ¿cómo lo vamos a construir, le alcanzo la goma? Mamá, ¿por qué hacemos un portal en la casa todos los años?.

Vea, quédese quieta y le cuento, pero ya deje de molestar con tanta preguntadera. – Todos los años hacemos un portal porque representamos el nacimiento del Niño Jesús en Belén. La virgen María y José se refugiaron en un establo para que naciera Jesús; nació muy pobrecito, no tenía nada, su mamá lo colocó en un pesebre donde se alimentaban los animales pero él, Jesús, era un niño muy hermoso y una mula y un buey ayudaron a calentarlo.

La noche que nació el Niño Jesús esa estrella grandota que a usted tanto le gusta brilló más que nunca y los pastores sabían que esa era la señal en el cielo que les anunciaba el nacimiento del redentor. Muchos pastorcitos fueron a adorarle y los Reyes magos también siguieron la luz de la estrella para llegar hasta el pesebre y allí le regalaron a Jesusito Oro, Incienso y Mirra.

Yo no entiendo eso que me dijo ma, ¿qué es un redentor?. Él era un redentor porque fue el hijo de Dios, que vino a la tierra para que fueran perdonados nuestros pecados, ay pero, eso usted todavía no lo entiende, ya cuando sea grande sabrá de qué le hablo, eso si, no se olvide de decir una oración todas las noches porque Jesús siempre la espera.

Entre tanta preguntadera mi mama iba poco a poco armando el portalito, el papel lo pegaba en la pared y le ponía goma y escarcha para que brillara. Con la ayuda de algunas piedras y cajas iba formando irregularidades que se asemejaban a las montañas, luego, en alguna parte bien visible colocaba una casita donde estaban José, María, la mula y el buey y un pesebre vacío. Con tuquitos de madera tomados del banco de carpintería de mi abuelo y con pedacitos de cartón hacía casitas, que generalmente pintaba de color rojo o verde y así formaba un pueblito. Luego colocaba lana, o musgo para hacer caminitos y muchos animalitos y, las plantas mal llamadas párasitas, que traían de la montaña porque en esa época florecen. Las ovejitas atraían mi atención, cada año se ponía una o dos más, según alcanzara la platilla para comprar los adornos.

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