PAYOTE EL PAYASO FELIZ

Ríanse todos, por favor, así empezaba todos los días su función el payaso Payoté.

Y niños y grandes, antes ya de empezar la función, tenían una gran sonrisa en los labios dispuesta para la carcajada en cualquier momento.

¡Ríanse todos!– Repitió, y empezó la función.

Ese domingo había muchos niños en el circo; todos deseando reírse tanto hasta desternillarse, todos menos Alicia, una niña que no conseguía sonreír por más que lo intentara, por que los payasos, y en este caso Payoté, le daban miedo.

Cuento el payaso

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EL MISTERIO DEL FANTASMA FILOMENO

Cuentos infantil escrito por: Helena Ruano

Había una vez un pequeño pueblo situado a orillas de un río y rodeado de grandes montañas. En el mismo centro de la plaza había un colegio donde el maestro, don Antonio, que era muy sabio, estaba hablando con sus alumnos. Perico, el más pequeño de la clase, le había preguntado a don Antonio si existían los fantasmas.

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PEDRO Y EL LOBO

Érase una vez un pastorcillo que vivía en un pueblo cerca del bosque.

El pastorcillo se llamaba Pedro, y todas las mañanas sacaba a pasear a su rebaño de ovejas por el campo, cerca del pueblo.

Pasaba tanto tiempo en el campo, que se aburría muchísimo, y ya no sabía que hacer para divertirse un poco y pasar el rato.

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SAMUELITO Y LOS ASTEROIDES

Samuelito era muy chico, no llegaba a alcanzar los sesenta centímetros de altura pero siempre hablaba de los asteroides con sus amigos de la escuela y tenía sobresaliente al redactar sus composiciones sobre física y astronomía.

¿Cómo podremos ver los planetas lejanos de la tierra y los asteroides habitados por ardillas que viven en árboles subterráneos? ¿Cómo podremos saber que las ardillas habitan en los asteroides si nunca nos visitan ni han llamado a nuestras casas?. Pues bien, es que tengo un telescopio con inmensos espejos que me regaló mi tío Naldo— Aseguraba el chiquillo.

Samuelito siempre estaba muy seguro de lo que decía y aseguraba que él era astrónomo y que pronto viajaría hasta un astro desconocido y otros pequeñitos planetas que, según él, se proponía descubrir.

El niño tenía tan solo once añitos y pasaba gran parte de su tiempo observando la vida en las estrellas porque su mayor deseo era irse a vivir algún día, sobre alguna de ellas, dentro de una casa de campaña.

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Eso sí, aseguraba que se llevaría con él a todas las ardillas y los ositos que encontraba perdidos en el ancho y extenso bosque que rodeaba su pueblo.

Un día, jueves a las cuatro de la tarde, el pequeño astrónomo advirtió un planeta enano de dos colores, verde y azul, y le dio la noticia a sus amigas las marmotas que desde hacía tiempo querían emigrar a un lugar seguro donde no tuvieran el peligro de ser atacadas por las águilas blancas.

El enano planeta siempre estaba cubierto por grandes arbustos que no dejaban nunca de extenderse ni de crecer. Por las noches el astro se volvía morado y en él podía verse un río de aguas lentas y grises que, en las mañanas, se escondía bajo tierra protegiéndose del sol.

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EL ANGEL JUGUETON

Todos los niños tienen un ángel de la guarda que les guía, les cuida y les protege. Eso al menos es lo que me decía mi mamá, que al darme el beso de buenas noches, siempre repetíamos la misma conversación:

Que sueñes con los angelitos, mi amor

¿Quiénes son los angelitos, mamá?

Son los enviados de Dios que se encargan de cuidar, proteger y guiar a cada niño, porque como Dios solo no lo puede hacer, necesita de ellos para que le ayuden.

¿Y todos los niños tenemos un ángel que nos cuida?

Así es hijo.

Pues entonces yo quiero soñar con él para conocerle y que me cuente muchas cosas.

Buenas noches, mamá

Buenas noches, hijo

Esta conversación se repetía todos los días porque Juan necesitaba escucharla para convencerse de que tenía un ángel muy cerca de él que le cuidaba y protegía.

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