LA NAVIDAD DE JESUS

Jesús era un niño de cinco años, que vivía en España, y más concretamente en una ciudad llamada Barcelona.

A Jesús le gustaba mucho la Navidad, y se pasaba todo el año ansiando que llegaran las fechas señaladas de Diciembre.

Tanto ansiaba que llegaran las Navidades, que decidió hacer un curso de magia, para ver si podía adelantar el tiempo y que las Navidades llegaran antes.

Y así lo hizo, terminó su curso de magia y aprendió a controlar el tiempo, de tal manera que su habilidad consistía en adelantar el tiempo para que pasara más rápido de lo normal.

De esta forma, si Jesús estaba lo suficientemente concentrado, podía hacer que por cada minuto que pasara, se llegara automáticamente al mes siguiente.

Cuando dominó su habilidad, todas las noches del 6 de Enero se concentraba durante 11 minutos y medio, y cuando terminaba su concentración… ¡¡ya estaba en las Navidades siguientes!! De esta forma, para Jesús siempre era Navidad… ¡Qué gran idea!, ¿no?

Así pasó varios años, disfrutando de sus poderes de mago, hasta que un día, cuando estaba abriendo los regalos de Navidad, su madre le preguntó: «Jesús, cuéntame qué cosas has hecho este año de las que te sientas orgulloso..«. Y se hizo un gran silencio.

Toda la familia de Jesús estaba callada, expectante, para ver qué decía Jesús…

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EL ABUELO SONRIENTE

Había una vez, un hombre muy mayor, que vivía en una pequeña aldea de un pueblo de España. La verdad es que era un hombre muy peculiar, pues vestía con ropas anchas y algo descoloridas, pero cada vez que se encontraba con algún vecino de la aldea, su serio rostro se transformaba en una cara sonriente y amigable.

Hernán que así se llamaba aquel hombre, era el abuelo de una enérgica niña llamada Jone. Hernán era el encargado de cuidar de su nieta mientras sus padres se encontraban trabajando las tierras del campo.

La verdad, es que Hernán no tenía muchos amigos, de hecho no tenía ninguno, pues tenía fama de ser un gruñón y cascarrabias, lo que provocaba que nadie quisiera estar cerca de él…

Su nieta Jone estaba muy triste, pues su abuelo, a pesar de ser un poco gruñón, era muy buena persona y ella lo quería muchísimo. Así que un día decidió subir a una ladera, en la cual se encontraba el árbol de los sueños, para pedirle un deseo…

«Por favor, árbol de los sueños, me gustaría que me abuelo fuera más amable y simpático con el resto de personas, así podrían saber que es un abuelo bueno y le querrán más«, dijo Jone al árbol de los sueños.

Al día siguiente, el abuelo Hernán estaba preparando el desayuno para cuando se levantara su nieta. Cuando Jone entró a la cocina vio a su abuelo como siempre… el árbol de los sueños, no le había cumplido su deseo.

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LA FIESTA DE CUMPLEAÑOS DE MARTIN

Ya quedaba muy poco tiempo para que llegara el gran día de Martín, un niño muy juguetón al que todo el mundo quería, pues era un niño encantador y bondadoso con los demás, la fiesta de su cumpleaños.

Martín iba a cumplir 8 años, y desde hacía unos meses, sólo pensaba en lo bien que se lo pasaría con sus amigos en la fiesta de cumpleaños que organizarían en el jardín de su casa. Y es normal, porque sus padres le organizaban una fiesta por todo lo alto. Venían payasos, malabaristas, e incluso ponían dos camas elásticas para que Martín y sus amigos se lo pasaran en grande dando saltos sin parar.

Pero lo que Martín no sabía es que este año sus padres no podrían organizarle ese tipo fiesta, pues se habían gastado sus ahorros en comprar un coche nuevo.

Los padres de Martín no querían desilusionarle, y no paraban de pensar y pensar, en cómo organizar una fiesta de cumpleaños más humilde; sin payasos, ni malabaristas, ni colchonetas… pero que Martín nunca la olvidara. Después de varios días, los padres de Martín tuvieron una idea.

Se pusieron en contacto con todos los amigos de Martín, explicándoles que necesitaban su ayuda para que Martín tuviera una fiesta de cumpleaños por todo lo alto, pero gastando muy poco dinero, pues no tenían.

El plan era el siguiente, cada de uno de sus amigos se encargaría de llevar algo a la fiesta de cumpleaños. Luis, por ejemplo, se encargaría de hacer los sandwiches, Alberto, de llevar un pastel que él mismo elaboraría, y así todos los demás.

¡Llegó el gran día, hoy era el cumpleaños de Martín!

«¡Felicidades!«, dijeron a la vez los padres de Martín al entrar en su cuarto para despertarlo.

«¡Gracias!«, respondió Martín aún muy dormido y se abrazó a ellos.

«Esta tarde será tu fiesta de cumpleaños, esperamos que te guste, ya que este año será algo diferente al resto de años«, le dijo su padre.

«¡Seguro que sí!«, respondió Martín algo más despierto.

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DAUCH: ENCUENTRO ENTRE EL NORTE Y EL SUR

RELATO CORTO Nº II DE LA SERIE DAUCH

Dauch del Norte había evolucionado hacia una única tribu, bien organizada y con capacidad de asegurar la alimentación y protección a todos sus miembros. Sus avances tecnológicos aplicados a la obtención de alimentos, habían sido posibles gracias a sus abundantes recursos mineros, que comenzaron a explotar cuando políticamente se constituyeron en una nación y su tecnología rudimentaria comenzaba a aportar mejoras a la población. Esto permitió que apareciesen nuevas ocupaciones para los miembros de esta sociedad. Entre los habitantes del norte se respiraba paz y confianza en el futuro.

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LA PROMESA DEL REY PANADERO

Había una vez un rey, llamado Luis, que prometió a todos los ciudadanos del reino una bolsa de pan cada día, para que ninguna familia pasara hambre .

Todos los habitantes estaban felices y contentos con el rey Luis, porque gracias a él tenían pan para comer cada día.

Pero llegaron los malos tiempos, y los productores de pan tuvieron que dejar de vender pan al rey Luis. El rey Luis no descansó hasta encontrar otro productor de pan que le abasteciera para todo su reino, y finalmente lo encontró.

Al cabo de unos meses, los negocios le volvieron a ir mal al nuevo productor de pan, y tuvo que dejar de vender pan al rey Luis.

El rey siguió buscando otro productor de pan, pero ya no encontró ninguno más en todo el país, por lo que tenía que encontrar alguna solución.

Reunió a todos los ciudadanos en la plaza del castillo, y les invitó a que alguno de ellos que estuviera sin trabajo, hiciera el pan para todo el reino. Ese día, en la plaza había un hombre que Sigue leyendo