PABLO EL NIÑO QUE HACIA MAS FACIL LA VIDA A LOS DEMAS

Cuando yo era niña, me pasaba el día observando todo, pero lo que más me gustaba era observar el comportamiento de las personas, de todas ellas: grandes, pequeñas, tristes, alegres, flacas o robustas. Aunque lo que más me gustaba era observar a los niños.

Observaba cuando hablaban y reían, y también cuando callaban o estaban tristes.

Me llamaba mucho la atención que la misma situación a unos les hiciera mucha gracia, y otros apenas se reían, y siempre me preguntaba el porqué.

Quería conocer los secretos del corazón humano, y me parecía que el camino más rápido era observar los comportamientos de la gente que me rodeaba.

Pero esta cualidad mía no era muy valorada, ni por supuesto practicada a mí alrededor, y eso me daba mucha tristeza.

Sentía mucha pena cuando observaba que había niños que querían hablar y casi no podían, que les costaba mucho expresar la alegría y me preguntaba porque les pasaba esto.

Un día, vi un grupo de niños jugando alegremente al escondite, había chicos y chicas y todos juntos formaban una algarabía que llenaba de voces y risas la calle de nuestro pequeño pueblo.

Yo quise unirme a sus juegos, y con una sonrisa me dirigí a la primera persona que vi, sin darme tiempo a observarla muy bien todavía.

Hola, me llamo Ana y me gustaría jugar con vosotros.

Hola Ana, yo soy Pablo, y estamos encantados de que te unas con nosotros. Sigue leyendo

LUIS Y LA LECHE MALDITA

Érase una vez, un país en el que sus habitantes tomaban leche de vaca para desayunar.

Desde que ellos recordaban, siempre había sido así. Pero llegó un año en el que algunos de los niños de ese país, empezaban a notar alergia a la leche de vaca.

Investigaron de dónde venía la alergia y resultó ser de la lactosa, un componente que tiene la leche de vaca..

Los niños dejaron de tomar leche para desayunar, y lo sustituyeron por zumos, bebidas de soja y otras bebidas. Pero aún así, los niños seguían teniendo síntomas de la alergia.

Se investigó mucho hasta que encontraron la razón de que persistiera la alergia, que no era otra que: a todos los alimentos envasados le echaban lactosa para conservarlos mejor..

Por eso cada vez que un niño tomaba cualquier alimento envasado, empezaba a ponerse malo, con unos fuertes dolores de estómago. Sigue leyendo

LA CIUDAD DE LOS DESEOS

Cuento infantil escrito por: Maribelita

La ciudad de los deseos es un lugar donde solo se puede encontrar felicidad y sobre todo hay mucha armonia entre todas sus gentes.

Cada uno ayuda de una manera diferente y siempre con una sonrisa porque en la ciudad de los deseos nadie puede estar triste.

El alcalde puso un bando en la puerta del ayutamiento para impedir que ningun ciudadano estuviera triste porque el solo queria que la ciudad de los deseos hubiera felicidad.

Y asi es la vida en ciudad deseos. Una vida feliz!!
FIN

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BUSCANDO TRABAJO

Cuento corto escrito por: Laura 11 años

Había una vez, un niño de 11 años llamado Juan. La familia de Juan era pobre, a penas tenían unos cuantos céntimos para comprar el pan.

Sus padres no conseguían encontrar trabajo en ningún sitio. Por mucho que buscaban, no encontraban nada. Las empresas siempre preferían contratar a gente con estudios, en lugar de contratar a gente sin estudios.

Al cabo de una semana, Luisa, su madre, consiguió un empleo. Todos se pusieron muy contentos pues ahora podrían comprar más alimentos.

Juan estaba muy contento porque su madre había conseguido un trabajo, le había cambiado el humor, ahora sonreía más que antes.

Pasados unos meses, la madre de Juan, había conseguido ganar bastante dinero para poder comer los tres todos los días.

El marido de Lluisa, Ramón, también estaba buscando trabajo sin cesar.

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LA NIÑA QUE QUERIA SER MAYOR

Cuando yo era pequeña, todo me parecía gigante, mi casa, mis padres, mi hermano mayor, mi camita.

Era tan pequeña, que el mundo resultaba gigante, asombroso, y no digamos el sol, la luna por las noches, y hasta las estrellas, porque como había tantas parecía que se juntaban.

Y hasta Dios me parecía enorme, grande, aunque no lo veía, pero lo imaginaba. Cuando paseaba en los atardeceres de verano por las praderas
de mi pueblo, sabía que El iba conmigo, hasta ahí bien, pero luego empezaban las dificultades, porque yo le quería ver, si él me veía, ¿por qué
no le podía ver y así de paso cantábamos un poco y nos reíamos después?.

Pero no había manera, como cuando le llamaba no aparecía, estaba mudo, inventé otra cosa: me daría la vuelta rápidamente para que no le diera
tiempo a esconderse, y zas, lo pillaría infraganti, detrás de mí. Lo intentaba varias veces y de varias formas, por la izquierda, por la derecha,
agachándome, dando un salto, no había forma. Llegué a la conclusión de que no quería que le viera, pero me llenaba de tristeza el no saber porqué.

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