DON JUAN PIPA

Un hombre petiso, morocho, casi azulado. Con piernas cambotas, piel arrugada, cabello negro peinado con raya al medio. En su boca se podía observar un diente de oro grande, llamativo. Y una pipa: según decían, era un transmisor.

Su casa, un ranchito de maderas viejas, techo de tablitas, muy bajito. Con dos habitaciones. En medio, un poste, del cual colgaba una montura de caballo que jamás usaba.

El ranchito estaba sobre un cerro de piedras, bien arriba. Abajo el arroyo angosto y limpio, poco profundo, rodeado de árboles, arbustos y flores.

Hacía una curva justo en ese lugar. Se continuaba en un pequeño salto, donde siempre que salía el sol, o en noches de luna llena, se veía el arco iris.

Según contaban algunos ese arco se movía: subía, bajaba. A veces parecía que el arroyo se lo tragaba.

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¡Sí! También decían que a don Juan Pipa no había que acercarse. Porque era raro. Era peligroso, cosa a la que jamás hice caso yo, encantada con sus historias y enseñanzas.

¡Eh! Miren allá viene.

¡Hola!, ¡Hola, don Juan!.

¡Hola!

– ¿Cómo anda? ¿Qué tiene para contarme?.

Mira niña, hoy te contaré mi radicación en este lugar, pero… no olvides… es un secreto y no lo puedes develar o desaparecerás.

– Un día, en alguna de mis frecuentes idas y venidas, descubrí este paisaje. Tu papá estaba arando con los discos y el tractor. No había advertido el descenso. Me aproximé, lo saludé y le padí trabajo. El respondió que aunque me veía viejo, le podría servir de chacrero y vivir en el rancho. Así me establecí en la tierra. Seguí comiendo mis platos preferidos; perros,ratas, saracuras, gusanos, sin que nadie lo notara.

-¡Ah!, esta huerta, si, yo la hice para disimular, pero no como vegetales.

– Si, los envío a mi planeta para que los estudien, ya tengo remitidos siete pájaros de siete cantos distintos, siete piedras de siete tamaños distintos, siete vegetales de siete especies distintas, siete flores de siete perfumes distintos, siete mariposas de siete colores distintos, siete aguas de siete fuentes distintas.

Al hallar el séptimo ejemplar de una serie todavía incompleta regresaré allá. Mientras tanto los observo, analizo, investigo. Son inferiores a nosotros, creo. Aunque tienen los sentimientos y nos superan. Nosotros no los tenemos. Nos casamos, tenemos hijos, todo programado desde antes de que nazcamos. Tampoco tenemos flores, pájaros, plantas, mariposas, aguas ni piedras.

Estoy encantado con este lugar. Creó aprendí a quererlos por contagio. O algo así.

– Venir, vamos a recorrer las aripucas. A ver si cayó algo para mi cena. O quizá me topo con lo que ando buscando.

-¿No hija?. Ya te dije en otros momentos. Al arco no te acerquesporque es peligroso.

-¿Sí! Dice la niña- ¿Por qué no?

– Porque te chupa y te tira lejos. Quizá te haga desaparecer.

– Y yo – continuó la niña- llloraría mucho por usted. Porque le quiero. Lo quiero tanto.

-¡Ay! ¡Aquí está lo que buscaba! ¡Aquí está!. Lo percibo, lo siento, clama el viejo.

– Pero don juan. ¡cuidado!

– Don juan, ¿dónde está? … ¿dónde se metió?

– Lléveme con usted Don Juan Pipa ¡Le quiero!… ¡Le queremos! grité con tanta fuerza que todo el agua estremeció. Y la nave se elevó hasta desaparecer…

FIN

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3 pensamientos en “DON JUAN PIPA

  1. Ney

    A mi pequeño le encantan los cuentos que nos mandan ya no me daba alcance los que encontraba, ni los que le invento y escribo, todos los días quiere uno nuevo muchas gracias.

Los comentarios están cerrados.