UN MUNDO DE VALORES HUMANOS

Lucía solía ir al parque cercano cada domingo, acompañada de su abuelo que vigilaba sus juegos mientras leía algún periódico. Allí podía compartir su tiempo con algunos compañeros del colegio, niños y niñas de la misma edad. Cierto día, Lucía quedó absorta mirando cómo dos personas parecían discutir por algo relacionado con el juego de sus respectivos hijos, utilizando varias veces la palabra “razón”. Cuando parecía que la discusión había concluido, corrió hacia el banco donde su abuelo también observaba la escena. Una vez a su lado preguntó: Abuelo, ¿Qué es la razón?

Lucía preguntaba a su abuelo muchas cosas sobre el mundo que le rodeaba y también el significado de todas las palabras que le resultaban nuevas. El abuelo no había podido oír la conversación de esas dos personas, por lo que le sorprendió la cuestión planteada. Después de unos instantes de reflexión, dijo a Lucía:

«El mundo que habitamos y que sustenta toda la vida que conocemos depende del sol, esa estrella que nos ofrece un día luminoso y que nos aporta lo necesario para vivir en nuestro planeta tierra. Éste es el mundo de la vida«.

 

Cuentos cortos - UN MUNDO DE VALORES HUMANOS

Después de una breve pausa, mientra sondeaba los impávidos ojos de Lucía, prosiguió diciendo: «También existe el mundo de la razón, formado por una estrella y planetas que giran a su alrededor. El material de la estrella es la inteligencia, la misma que poseemos todos los seres humanos. La inteligencia genera toda la energía que sustenta el mundo de la razón, igual que el material del que está formado el sol genera toda la energía de nuestro mundo que nosotros percibimos en forma de luz y calor. Los planetas del mundo de la razón perciben la energía en forma de axiomas…» Lucía, como solía hacer cuando no conocía el significado de un palabra, interrumpió a su abuelo. «¿Qué son axiomas, abuelo?»

«Un axioma es algo muy sencillo«, comenzó diciendo el abuelo. «Es algo que todas las personas aceptamos libremente, solo porque somos inteligentes. Si alguna persona propone que un nuevo concepto o idea sea un axioma y cualquier otra, no lo acepta porque no lo comprende, entonces no puede formar parte de los axiomas«. Lucía se quedó pensativa un instante y dijo: «Ya creo comprenderlo. La estrella que está hecha de inteligencia emite hacia los planetas axiomas, como el sol emite hacia la tierra luz y calor«. «Exacto» – dijo el abuelo – «y ahora nos vamos al mundo de la razón«.

«Los planetas que giran alrededor de la estrella son todos los valores humanos: Tolerancia, Empatía, Sinceridad, Cooperación, Confianza, Conocimiento y muchas más. Y en cada uno de esos planetas habitan unos seres que son las virtudes humanas: Amistad, Respeto, Integridad, Generosidad, Prudencia, Comprensión, Lealtad, Humildad y muchas más. Estos seres viajan por todo el mundo de la razón y pueden estar en varios planetas a la vez. También a veces podemos confundirlos con los propios planetas. Así, por ejemplo, aunque digamos: “La auténtica Amistad habita en el planeta tolerancia, del mundo de la razón” también puede habitar en otros planetas y a veces podríamos ver a la Amistad como un planeta».

Esto le parecía complicado a Lucía, que se esforzaba en seguir la explicación de su abuelo, preguntándole: «Entonces, abuelo, si ya tenemos virtudes y valores, seres y planetas ¿para qué sirven los axiomas?» «Precisamente para mantener a los planetas, alimentar a esos seres y permitirles viajar por su mundo«. «Entonces» – prosiguió Lucía «si no hay inteligencia no puede haber axiomas y desaparecerían las virtudes y valores humanos«. «Exacto», dijo el abuelo y añadió: «En la inteligencia se sustenta el mundo de la razón que nos otorga a las personas la cualidad racionalidad. Esta es la cualidad de la que emanan todas las demás cualidades humanas en forma de valores y virtudes«.

«Mira Lucía» – continuó el abuelo – «igual que el mundo que habitamos se rige por ciertas leyes físicas, unas conocidas y otras no, el mundo de la razón se rige por las leyes que emanan de sus axiomas. Estas leyes son la base de las relaciones en que se fundamenta la convivencia entre todos los seres humanos«. Lucía, que no desviaba su atención en ningún momento dijo: «Y si alguna persona no está de acuerdo con alguno de los axiomas ¿entonces esos no serían axiomas, verdad?» «Así es», dijo el abuelo. «Lo que ocurre es que las personas se juntan según sus coincidencias en lo que son axiomas, formando grupos. Pero siempre existe un núcleo de axiomas del que participan todos los grupos, o sea, todos los seres humanos«. Los ojos de Lucía parecían competir con el espléndido sol de esa mañana. Parece que lo ha entendido – pensó el abuelo – diciendo a continuación para terminar:

«El conjunto de los axiomas admitidos por todo ser humano debería ser la estrella de un nuevo mundo de la razón, formado por valores y virtudes con las que estaríamos preparados para establecer relaciones entre nosotros, que nos permitirían una convivencia social civilizada y feliz. Conseguiríamos el progreso a partir de la racionalidad… ¿Qué estamos esperando para crear ese nuevo mundo de convivencia humana, Lucía?»

FIN

Cuento corto escrito por Lucía Nante

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