TOÑITO ZAPATOS ROTOS

Cuento Infantil para niños/as; escrito por: Carlos Navarro Vásquez

– «Kiquiriki» – Cantaba el gallo muy temprano mientras Toñito miraba los animalitos que habían en el corral de doña Eusebia (mamá de Toñito).

El niño imaginaba como seria si el gallito fuera como el caballo, con unas hermosas patas de colores y el lomo del color del arco iris, sacando pecho, aleteando y moviendo su enorme cresta mientras el aire pasaba de lado a lado. Donde él iría sentado jalando como buen jinete las riendas del gallito.

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Con solo 4 añitos Toñito apenas podía pronunciar su nombre diciendo Ñoñito.

Era un niño muy feliz, corriendo y jugando en el campo, con esa nobleza y ternura que tienen los niños a su edad, de mejillas chaposas tostadas por el calor y por el frío, gordito y con un pequeño moquito que le caía de vez en cuando por sus pequeños orificios.

Con un polito blanco percudido por el uso, gorrito de lana azul, saquito entre negro y plomo, un pantaloncito rojo de lana que cubrían sus piernecitas regordetas y sus dos pequeños zapatitos marrones con dos pitas que simulan ser pasadores, cubrían esos deditos que jugaban uno con otro.

– «Toñito dale desayuno a los pollitos». – Dijo su mamá. – «Mientras yo salgo a comprar y no me demoro. «No hagas travesuras! Y sácalos a pasear y dales agua».

Muy obediente el niño corrió a su casa y sacó los vasos de plástico del desayuno y los puso uno a uno en la tierra del corral.

Toñito arrojando trozos de pan al piso alborotando a las gallinitas fue como empezaron a comer, rasqueteando el polvo a su gusto por todo el corral.

Obediente a lo que le había mandado su querida mamá, parado de puntitas en aquel zapatito duro por el frío, pisaba en el borde del corral, soltando la pita que cogía de un extremo la puerta y por el otro extremo de la madera:

– «Sal, sal, fu fu fu». – Decía el niño.

Fue saliendo como asustado, partió la carrera y sin pensarlo dos veces aquel gallito de colores que tanto te gustaba, salto a los matorrales alejándose cada vez más.

– «Ato, alto gallito, alto, alto gallito». –  Decía Toñito al gallito, que disfrutaba su libertad y no paraba de correr.

El niño cogiendo una ramita que había en el suelo salió en busca de aquel gallito que lo haría pasar muchas peripecias.

– «Llito llito onde tas».

Arrastrando aquel zapatito que se llenaba cada vez más con el polvo que levantaba al caminar.

– «KIKI gallito, gallito donde tás».

Caminando a lo lejos se podía ver el reflejo del agua de un pequeño laguito donde se posan las aves de camino al sur.

Como es de los niños Toñito se olvidó por completo de aquel gallito, poniéndose a jugar, cogió una caña en punta por un extremo por donde ensartaría otra caña pequeña y empujaría dejando un pequeño surco al pasar, y corría y corría de lado a lado.

Cuando de pronto sin querer se quedó mirando, que al borde del lago había una pajita que giraba y giraba, formado por un pequeño remolino, que por esas cosas de curiosidad de los niños se acercaba cada vez más queriéndola agarrar, sin percatar que el borde donde pisaba humedecido por el agua y el tiempo se hundía su zapatito cada vez más y más, como arena movediza, cuando de pronto ¡plash¡ calló el niño al agua que para suerte de aquel niño encima de una rueda vieja, hundida por el tiempo y tapada con el barro el cual originaba ese pequeño remolino al entrar el agua por uno de los orificios que hacia girar la hoja que tanta curiosidad le daba.

– «Cococo…cococo».

Lo miraba el gallito bien parado sacando pecho frente a Toñito: -«Uuuch… ya me mojé todo».

Pensó toñito aquel zapatito lleno completamente de lodo y su ropita mojada que para suerte solo fue su pantaloncito, se sentó al borde junto al gallito y saco muy rápidamente sus zapatitos para lavarlos, ya con mucho cuidado y aprendiendo la lección se arrodilló y limpiando con hojitas secas el barro pegado en uno de sus zapatos, cogió el segundo y lo puso boca arriba en el agua flotando, simulando un lindo barco.

– «Chuchcuuuu… chuchuuuu». – Decía aquel niño que por su edad no media el peligro, – «chuchuuuu», – decía cuando de pronto el zapatito se alejaba más y más de la orilla por la corriente del agua y el viento.

– «Zapato, zapato, zapato, ven ven». – Lo llamaba Toñito alejándose y llenándose de agua aquel zapatito se hundía lentamente.

El niño muy triste y llorando se puso su único zapatito que le quedaba , con moquito que le chorreaba lentamente por la naricita del llanto, se paró cogiendo su palito y agarrando de la cresta al gallito lo jalaba caminando de regreso a casa.

– «Hay hay», – decía aquel niño que se le incrustaba los palitos y piedritas que aparecían en todo el camino entre sus deditos gorditos – «¡hay ¡hay» – decía Toñito.

Pasado casi una hora después de la fuga del gallito el niño de regreso a casa, pensaba que le gustaría tener un hermanito y a media palabras le hablaba al gallito:

– «Tú serás mi hermanito.  – Le dijo al gallito. – » Te llamaré Ñoñito» (queriendo decir Toñito).

Cuando de regreso muy distraído se apareció un gran lobo del campo, rabioso y con hambre se abalanzó sobre el gallito cogiéndolo de las alitas, lo arrastraba al campo, asustado corrió el nño a ponerse a buen recaudo, gritando:

– «¡Ñoñito, Ñonito!»

Mirando a ambos lados cogió un palo que encontró tirado y como buen hermanito salió detrás del lobo arriesgando su vida, tirándole con el palo en el lomo escuchándose un fuerte aullido de dolor «¡Auuuuu!….soltando al gallito.

Sin querer le había dado un golpe con un clavo en el extremo, corriendo de dolor se alejó el lobo sin mirar atrás.

Se le acercó al gallito, el cual estaba echado en las hojas secas bajo un árbol de eucalipto cuando el niño se agachó queriéndole coger,  se paró el gallito maltrecho y asustado, ya hacía con una herida en la pata y Toñito cogiendo a su hermanito gallito se dirigió de camino a casa lentamente.

Ya de camino saltando en un pie por el dolor de las ramitas que se metían entre los deditos se empezó a secar aquel único zapatito que por el calor se resquebraja y asoma un pequeñito dedito por un hueco que se abría camino paso a paso entre la suela del zapato como un gusanito.

Ya en casa doña Eusebia llama preocupada: – «Toñito, Toñito».

Mirando sorprendida encontrando platos, vasos y trozos pequeños de pan por todo el corral, avizorando en el horizonte a su niño y cojeando junto con el gallito.

– «Toñito, mi bebe, ¿que te ha pasado?».

Le preguntó su mamá y a medias palabras le logró contar lo que le había sucedido, curando al gallito, abrazándolo y mirándolo a los ojos a su Toñito doña Eusebia le cuenta que va a tener un hermanito con quien jugar y le prometió que no volvería a dejarlo solo.

FIN

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Resumen

Cuento Infantil de un niño que vivía en una granja. Salió cuando sin su mamá y vivió algunas aventuras. Regresó con su amigo el gallo y aprendió la lección.

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