SILENCIO EN MAGALLANES

Cuento Infantil para niños, creado por: Matias Olivares

Ella lo observó desde lejos sentado en la banca, solitario y pensativo junto a la inmensidad del mar, en una mañana fría, y nublada llena de incertidumbre. Se acercó caminando con los brazos cruzados sin quitarle jamás la vista de encima, vestida de blanco con su pelo negro arreglado y amarrado de una manera especial pero coqueta, con el viento alrededor de su rostro mojado por la llovizna, apuró su paso cada vez más buscando su mirada. Entre pensamientos levantaba de vez en cuando hacia el cielo su mirada, hasta que se sentó un poco más apartada que él.

En medio del sonido del mar y el romper de las olas, escuchó de ese hombre los secretos guardados en su corazón desde el inicio de los tiempos durante largas lunas de noches, y entonces como un cristal, cuidadosamente tomó su mano, entrelazo sus dedos en las suyas, y con la argolla que rodeaba el meñique, habló ella con una tranquila y delicada voz…

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» -¿Te he dicho alguna vez que te quiero?…»
– «No». –Contesto.
– «¡Te quiero!»
– «¿Todavía?» – Pregunto.
– «¡Siempre!» –Respondió.

Así se dijeron y con las manos tomadas se quedaron. Apoyada en su espalda con la mirada puesta en sus propios recuerdos permanecieron sentados noche a noche, día a día, interrumpidos solo por el reventar de las olas y el grito de las aves del cielo. A veces él esbozaba una leve sonrisa en su rostro marcado, ella en cambio mojaba sus labios siempre con sus abundantes lagrimas. El tiempo avanzó junto a ellos con las mañanas heladas de esa austral región de Magallanes, el canto típico de las cotorras que volaban junto a los zorzales y las loicas, para dar paso a las nubes cargadas de espesa y abundante agua que mojaba la tierra con la furia de un rayo, y el viento que se desplazaba desde las costas de Tierra del Fuego y de sus canales patagónicos a una prisa indeterminada arrastrando cualquier objeto que se cruzara por su paso.

La gente que caminaba durante la tarde y al caer la noche, contemplaban siempre la figura de dos enamorados apoyados entre sí de manos entrelazadas con la mirada puesta hacia el horizonte y otra hacia la tierra. Se detenían a reflexionar sobre su historia, que con el correr de los años era diálogo obligado por la gente del pueblo y de sus turistas de todos los lugares del mundo. Los niños jugaban subiendo sus escalones donde estaba una pequeña puerta de entrada para merodear más de cerca y poder tocar la imagen vivida de los que decidieron morir congelados hace dos décadas por la crudeza de la zona.

Nunca supieron sus nombres, solo especulaban el origen de uno de ellos. Decían que al hombre le gustaba el silencio y el clima magallánico, otros lo habían visto en Porvenir en la isla grande de tierra del fuego cazando al zorro gris patagónico durante años por el lado de la fauna, otros contaban que dentro de todo era un buen sujeto. Con respecto a la mujer solo se formulaban rumores.

Como de costumbre las parejas jóvenes se acercan a este lugar antes de llegar a sus casas y despedirse del ser amado con un gran beso. Sin embargo más de uno asegura haber escuchado con claridad en la quietud de la noche voces como de silbido del viento queriendo pronunciar palabras que salen de la boca de los que murieron a orillas del mar, pero nadie en el pueblo asegura ni afirma que sea esto cierto.

FIN

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Valoración del cuento
  • Redacción
  • Historia
  • Enseña Valores
  • Educativo

Resumen

Cuento Infantil de una pareja de enamorados que siempre estuvieron juntos respetándose. Se recordaba su historia de amor con mucha ternura por siempre.

3.3
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