– “Ballenita, ¿te has perdido?. Si nos dices de donde has venido, te podremos ayudar a regresar con tu familia”.
Pinqui les dijo muy desconfiada: – “Tranquilas sardinillas, no necesito vuestra ayuda”.
Las sardinas al escuchar tal respuesta, se fueron sin despedirse, – “¡qué se había creído la ballena gigantona!”.
Cuando Pinqui comprobó que las sardinas ya no la veían ni oían, comenzó a llorar de nuevo. Realmente estaba muy asustada y pensaba:
– “Nadie sabrá lo mal que lo estoy pasando, ni siquiera se lo contaré a mis padres cuando los encuentre”, – se prometió.
De repente, escuchó un ruido detrás suya, intentó girarse para ver quién era, con la mala suerte de que calculó mal su longitud, y con la cola rompió una roca de coral, que se partió en añicos.
Los pececillos que vivían en esa colonia, miraron a Pinqui con cara de terror. Si Pinqui no hubiera estado tan preocupada por haberse perdido, se los hubiera comido sin pensárselo dos veces, pero no fue así, y los diminutos peces fueron a darle las gracias:
– “Muchas gracias por no tragarnos, señora ballena. ¿Sería posible que la ayudásemos a solucionar aquello que le preocupa?”.
Pinqui les miró con cara de lástima, por un momento sintió que alguien le estaba agradeciendo algo que hacía, y sentía la necesidad de involucrarse y olvidar el orgullo por un momento, así que les dijo:
– “Pececitos, qué buenos sois, sabéis que os hubiera comido en cualquier otra ocasión, y ahora estoy hablando con vosotros, y explicándoros lo que me pasa”.
Los peces muy agradecidos sonrieron de tal manera que la sonrisa les tapaba la cara, entre todos intentaron animar a Pinqui cuando ésta les contó que se había perdido, y como pudieron empezaron a averiguar por las algas dobladas, y el plancton derribado en la arena, por dónde había llegado Pinqui al arrecife de coral.
Cuando al fin vio a sus padres a lo lejos, les dijo a sus pequeños salvadores:
– “Me despido aquí de vosotros, no quiero que mis padres sepan que me he perdido. Aunque se que a partir de ahora no seré tan orgullosa. He aprendido de vosotros el valor de la humildad y la generosidad. Muchas gracias por confiar en mí”.
Los peces volvieron muy contentos a su arrecife, y Pinqui con la mejor de sus sonrisas se abrazó a sus padres y les dijo:
– “Os quiero mucho, siempre estaré a vuestro lado”.
La familia al completo siguió nadando como si nada hubiera ocurrido, y Pinqui a partir de entonces se volvió la ballena más comprensiva de todos los océanos.
FIN
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pues es muy lindo porque tenemos que ser generosos con todas las personas y ayudarlas en todo momento cuando lo neseciten, eso si es amabilidad, me gustó
excelente
Hermosos cuentos siempre educando