LANDRO Y RENI

Cuento Corto para niños/as, creado por: Mapy Martínez

La calle Almanzor amaneció solitaria. Todavía era muy temprano para el ajetreo diario, en cambio en el nº9 hacía rato que para Landro, un precioso labrador, el día había comenzado. Todas las mañanas realizaba una serie de ejercicios, brincaba con soltura la valla del vecino de enfrente, saltaba con destreza todos los setos de la vecindad y se arrastraba tan pegado al suelo como si de su misma sombra se tratase. Pues pensaba, que un perro, siempre tenía que estar ágil y preparado para poder enfrentarse a cualquier situación.

Esta enseñanza trataba de inculcársela a su hermano pequeño Reni, que era un perrito algo inseguro y al que le costaba un poco hacer las cosas que hacía Landro.

Cuando el pequeño Reni se despertó esa mañana Landro le gritó:

– ¡Arriba Reni!, hace un día precioso. Hay que aprovecharlo, iremos a dar un paseo.

Salieron juntos de la casa y todos los animales del barrio al verlos pasar murmuraban:

– ¡Ahí va Landro el perro más valiente de la ciudad!

Reni lo miraba con orgullo, pues se sentía muy feliz de tener un hermano tan popular e importante. Aunque él no pensara lo mismo de sí mismo ya que se consideraba una calamidad. Landro, siempre pendiente de él, lo sacaba de cualquier apuro en el que se encontrara. Si venían varios gatos a molestarlo, allí estaba Landro para espantarlos. Si perros grandes se metían con él, Landro lo defendía, aunque saliera con alguna herida que otra, y siempre lograba que los otros huyeran con el rabo entre las patas.

¡Era tan valiente! Cómo le hubiera gustado a Reni ser como su hermano y que Landro se sintiera orgulloso de él.

Así pasaban los días, correteando por las calles, cuidando de su casa, jugando aquí y allá y Reni escuchando con avidez las enseñanzas que le inculcaba su hermano.

Cierto día Landro le comentó que esa mañana irían al campo a entrenar, habían construido una nueva zona para ello. Con empalizadas, vallas para saltar, obstáculos etc…

Y como hacía dos días que no paraba de llover, no había podido hacer sus ejercicios matutinos y se encontraba algo oxidado.

Pusieron rumbo al campo. Al llegar, ante ellos surgió una zona estupenda para practicar. Landro empezó a saltar de valla en valla, de roca en roca, a escalar empalizadas, arrastrarse bajo ellas. Todo esto lo hacía mirando a su hermano, y explicándole cada paso que daba. Reni lo miraba muy atento, sin pestañear, asimilando todo con avidez.

El último obstáculo que iba a salvar era una enorme barra situada a una altura importante. Landro cogió carrerilla y con un fuerte impulso la saltó limpiamente. Al tocar el suelo este cedió, debido a las lluvias caídas los últimos días, y fue a parar al bravío río que corría bajo él.

Le estaba costando un enorme esfuerzo mantenerse a flote ya que la corriente era feroz, una profundísima y elevada cascada se encontraba al final del recorrido. Su cabeza emergía para segundos después volver a desaparecer. Landro se sentía angustiado, por más que lo intentaba, todo su aprendizaje y agilidad no le estaban sirviendo de nada. Lo único que podía hacer era tratar de mantener la cabeza, con bastante dificultad, fuera del agua.

Al que sí le estaba ayudando, y mucho, sus enseñanzas era a Reni, que nada más ver caer a su hermano al río, corrió como una bala, sorteando limpiamente todos los obstáculos que encontraba a su paso. Llegando a la orilla del río sin pérdida de tiempo, comenzó a correr como jamás lo había hecho, dando un formidable salto se elevó hasta una larga rama que sobresalía de un árbol y la arrancó de un gran bocado. A pesar de temer muchísimo a las alturas, se subió a un tronco, que se encontraba en la orilla del río aferrándose a él, y aguardando a su hermano con la rama en la boca para que éste pudiera atraparla al pasar.

Landro, en uno de los angustiosos momentos en los que pudo asomar la cabeza, vio a Reni encaramado y se preparó para poder asirla. Así lo hizo, y Reni sacando fuerzas desde lo más profundo de su ser logró sacar a su hermano del agua, y arrastrarlo sano y salvo hasta la orilla. Los demás animales que se encontraban por el campo, y habían acudido al oír los ladridos de socorro de Landro, se habían quedado paralizados al ver la escena. Pero cuando los hermanos se encontraron ya fuera de peligro en la orilla, reaccionaron corriendo a ayudarles. Pues los dos perritos estaban exhaustos.

En ese instante Landro abrió los ojos y Reni observó en ellos una mirada que le inundó de felicidad. Su hermano, además de enorme gratitud, reflejaba un gran orgullo en ella. Incorporándose un poco le dijo:

– Reni has demostrado tener un gran valor, pues no hay ser más valiente que el que supera sus miedos arriesgando su vida para ayudar a otro.

Después de reponerse se encaminaron a su hogar.

A partir de aquel día, todos los animalitos gritaban al verlos pasar:

– ¡Mira, mira ahí van Landro y Reni, los hermanos más valientes de toda la ciudad!

 FIN

 

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2 pensamientos en “LANDRO Y RENI

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