LA PESADILLA DEL BUHO BUBU

Cuento Corto para niños/as, escrito por: El Equipo de Cuentos Infantiles Cortos

Bubu era un búho precioso, de la especie pigmeo del norte, tenía los ojos muy grandes y de color anaranjados, y unas plumas grises que llamaban la atención, en su conjunto era un búho muy guapo, y tenía a todas sus amigas las búhas enamoradas de él.

Bubu tenía una rutina muy arraigada desde muy pequeño, y era que todas las noches a las doce en punto se posaba en el árbol grande del jardín de las mil flores, y comenzaba a ulular, ¡uhh, uhh!, durante unos veinte minutos, para avisar a todos los residentes del jardín, que era hora de estar dormido.

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Una vez realizado su trabajo nocturno, él mismo se quedaba vigilante toda la noche para que los demás descansaran plácidamente, y su sitio de guardia era el mismo desde donde había ululado.

A la mañana siguiente quien buscara a Bubu nunca le encontraría, justo antes de que todos se despertaran, Bubu se iba a la copa de su árbol y allí se quedaba camuflado con las hojas y las ramas. Las búhas que andaban detrás de Bubu, apenas le habían visto una vez que se despistó un poco de su horario, pero durante el día siempre estaba sólo.

Un buen día, Bubu durante el día había estado muy nervioso, algo le inquietaba bastante y no descansó lo suficiente, así que por la noche después de ulular el tiempo reglamentario, se quedó profundamente dormido.

A la mañana siguiente, las búhas enamoradizas lo vieron allí con sus grandes ojos cerrados, y roncando como un tronco, y fueron a despertarle:

– «Bubu, te has quedado dormido. Despierta que tienes que camuflarte».

El precioso búho abrió los ojos y muy asustado, empezó a batir las alas para todos los lados. Las búhas estaban escandalizadas, y le decían:

– «Bubu, no te asustes, somos tus amigas. ¿Qué te está pasando?»

El búho por un momento se tranquilizó y se quedó posado en la rama en la que había caído, sin levantar la cabeza dijo:

– «Gracias por despertarme. Ayer no pasé buen día, y durante todo este rato que me he dormido, he tenido una pesadilla horrible. He soñado que dejaba de ser un búho guapo, y que me pasaba el día durmiendo».

Las búhas y Bubu parecían más serenos. Ellas estaban felices de tener delante a su amor platónico, y Bubu al contar su pesadilla, estaba de buen humor.

El precioso búho aprendió a ser más humilde y a controlar el estrés que tenía. A partir de ese momento, dejó de exigirse tanto, y se dejaba ver un ratito todas las mañanas, hablaba con sus amigas, y comprendió que ser vanidoso y engreído no le llevaba a ningún sitio feliz.

FIN

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