EL BOTON PERDIDO

Cuento Infantil para niños/as; escrito por: Ulica Tizaber

Botoncito vivía en una fila de botones de una camisa de vestir, que pertenecía a un señor que nació en la selva Iratiña. Estaba situado en la mitad de la fila, y era igual de tamaño y color que sus compañeros de arriba y abajo.

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El dueño de la camisa tenía una barriga un poco gordita, y cuando se abotonaba toda la columna de botones, Botoncito al estar en el centro, se quedaba sin poder pasar por el ojal, al lado contrario que sus compañeros, que quedaban perfectamente alineados de arriba a abajo.

Un buen día Botoncito se cansó de estar solo, y pensó en ir a visitar el lugar donde nació su dueño. Saltó de la camisa y cayó al suelo, miró para arriba y vio unos hilos colgando del hueco que había dejado. Ya no podía volver, ahora tenía que iniciar su viaje a la selva Iratiña. Y sabía que al día siguiente, el señor partiría hacia allí a pasar unas vacaciones.

Esa noche durmió en un zapato del señor de la camisa, y al día siguiente antes de que su dueño despertase, logró colarse en la maleta ya preparada. Ahí dentro, tapado por un par de pantalones, Botoncito estaba muy cómodo, y del traqueteo del tren, se quedó dormido hasta que llegaron a la selva.

Cuando la maleta se abrió, Botoncito ya había escalado hasta la parte superior de la ropa, para poder ver mejor aquel nuevo mundo. Se quedó algo decepcionado, ya que lo único que vio fue una habitación, con las cosas que suelen tener las habitaciones y que ya conocía, una cama, una mesa, una silla y una alfombra.

De repente, escuchó que el señor iba a salir del hotel para dar un paseo por el campo, y tan rápido como pudo, se metió en el bolsillo de la chaqueta del dueño. Estaba encantado, ¡podía ver todo lo que había al aire libre!

Así pasaron los días, disfrutando mucho de lo que iba aprendiendo, hasta que un buen día, el señor tuvo que volver a su casa. El botón estaba muy triste, él quería seguir conociendo mundo, y se dio cuenta de que ya no podría ser, ¡hasta la siguiente vez que el señor fuera de viaje!.

Al volver a casa, Botoncito volvió a sentirse solo, ahora que ya no estaba en la fila de botones de la camisa, sería un botón perdido, y acabaría en un cajón a oscuras y respirando polvo constantemente. En esos pensamientos se entretenía, cuando el dueño lo cogió con una mano y con la otra la camisa, y se sentó. Iba a coser a Botoncito en la camisa.

El botón perdido ya estaba en su sitio, aunque sabía que volvería a estar separado de sus compañeros, y se sentiría solo, pero cual fue su sorpresa, que cuando el señor se abotonaba la fila de botones, Botoncito veía a sus iguales en línea, ¡el señor había adelgazado y él ya no estaría solo!

Además cada vez que el dueño saliera de viaje, ahora que la camisa le quedaba perfecta, la llevaría puesta, y tanto Botoncito como sus compañeros disfrutarían de los paisajes.

Se sentía feliz, y aprendió que pasara lo que pasara, siempre debía adoptar una actitud positiva, para estar siempre contento donde estuviera, y mirar al futuro con optimismo e ilusión.

FIN

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