GINCEA: UN DILEMA PARA LOS LINAVA

RELATO CORTO

Nº 11 de la serie «GINCEA»

Se acercaba el momento en que los vintor abandonarían Gincea a bordo de la nave Veyda, como inicio de una nueva etapa en el plan que los linava habían trazados para salvarlos. La etapa anterior, la de la selección, no estaba evolucionado a plena satisfacción de los linava, pero pronto estaría resuelta.

El proceso de selección de todos los seres linava, para la tripulación, científicos y todos los servicios, ya estaba culminado. La nave Veyda estaba en pruebas, su equipamiento completándose y su tripulación adaptándose a las peculiaridades de esta gran nave interestelar. En esta gran aventura estaban interesados candidatos linava en cantidad muy superior a la que era necesaria, en particular científicos de todas las ramas de la ciencia. Muchas de las teorías más avanzadas estaban sin verificación debido a la imposibilidad física de hacerlo, por ejemplo, la teoría de que el origen de la vida en el universo era único y que todas las manifestaciones conocidas eran ramificaciones de aquél. Solo si llegaban a encontrar un planeta dotado de algún tipo de vida, en una lejana estrella, tendrían la oportunidad de verificarlo, siempre que ese nuevo tipo de vida fuera reconocido como tal por los científicos linava.

El proceso de selección de los seres vintor había creado inquietud, intriga y esperanza en las comunidades vintor, desde el momento en que fueron informadas del plan linava para ellos. En algunos casos, esas percepciones habían degradado en problemas de convivencia entre las comunidades y dentro de ellas. La actitud de la mayoría de los dirigentes vintor, al querer imponer sus propios criterios y no aceptar el plan propuesto por los linava, provocó un cambio en la estrategia. De esta forma, los vintor perderían su protagonismo activo en ese proceso de selección, pero esto no afectaría sustancialmente al mismo. Los linava tuvieron que recurrir a toda su tecnología de vigilancia no intrusiva, para suplir la falta de acuerdo de los vintor en relación a este proceso. Esta decisión de invadir la intimidad de los vintor, tomada a sus espaldas, era para los linava un gesto indeseable y violento, contrario a sus principios, pero la única salida para no elegir a los vintor sin conocimiento de causa. Este dilema fue resuelto por los linava apelando al CIAEM (Comité para la Interpretación y Aplicación de la Etica Mundial), que debió autorizar este cambio en el proceso de selección.

El objetivo del plan de vigilancia que los linava tuvieron que implantar, era detectar candidatos vintor suficientes para sus fines, supliendo así la falta de colaboración de los dirigentes vintor a la propuesta inicial de los linava. El plan consistía en utilizar la información disponible en la RMV (Red de Monitorización Vintor). Esta red fue creada cuando los pocos vintor sobrevivientes al cambio climático, fueron situados en esa región de Gincea aún válida para ellos. Formaba parte de la ayuda permanente y a distancia que ejercían los linava sobre los vintor, con el fin de disponer de argumentos objetivos en el caso de tener que intervenir para protegerlos. En cualquier caso, la utilización de la información disponible, ya fuera almacenada o en tiempo real, debería ser autorizada por el CIAEM.

Los linava pensaban que no todos los vintor seleccionados desearían participar en la gran aventura que el destino ponía a su alcance. Por ello, aunque no resultara fácil, seleccionarían más de un millar para disponer de cierta reserva y luego darían alguna opción individual. En cambio, otros vintor no seleccionados, hubieran participado en el supuesto de que la selección se hubiera desarrollado como los vintor querían imponer. Todos, tanto los linava como los vintor, eran conscientes de que éstos desaparecerían de Gincea en pocos geriones, por lo que participar del plan linava era una oportunidad única. El destino de los vintor se estaba escribiendo.

Veyda era una nave especial. Fue diseñada para que los vintor pudieran soportar el largo viaje por la galaxia. Todo estaba pensado para atender sus necesidades de forma ilimitada, salvo en el número de seres vintor que era capaz de albergar. Los vintor seleccionados serían trasladados a Veyda mediante transportadores convencionales, como habitualmente se trasladaban los linava a las factorías espaciales. Mientras se completaba el traslado, los vintor estarían agrupados en un área especial, donde se les informaría de los detalles del viaje y esperarían su turno. Durante este tiempo tendrían la oportunidad de abandonar el programa, y algún vintor del grupo reserva ocuparía su puesto.

Veyda estaba preparada para la partida cuando se ordenó el trasporte del primer grupo de seres vintor a la nave. A medida que llegaban los pequeños grupos, se les iba acomodando, respetando sus relaciones preexistentes en la medida de lo posible. Como era de esperar, algunos vintor desistieron de participar en esta gran aventura cuando se les informó sobre los detalles del viaje. No obstante, aún quedaron vintor del grupo de reserva que no dispusieron de plaza y que serían devueltos a sus lugares de origen. Tan pronto quedó completado el traslado, fue informada la máxima autoridad de Gincea que, de inmediato, ordenó la partida de Veyda y trasladó la tutela sobre el millar de seres vintor al comandante Ibah, responsable de la nave.

Relato corto escrito por Lucía Nante

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