GINCEA DECRETA LA PROTECCION DE LA TIERRA

RELATO CORTO nº 3 DE LA SERIE “GINCEA”

Como ya había pronosticado el COM, el proceso de observación de los seres humanos y su hábitat estaba durando ya una importante fracción de gerión, y prometía alargarse aún más. La causa principal era la inmensidad de datos que debían tratar, unido a su complejidad y a la prudencia necesaria para no ser detectados por los seres humanos. Los linava contaban con gran experiencia en la conquista de planetas habitables, algunos de ellos con distintas formas de vida, pero nunca habían necesitado interpretar las manifestaciones de otras formas de vida inteligente.

En todas las observaciones realizadas a planetas, previas a la decisión de conquista, siempre habían evitado la “observación participante”. En el caso de la Tierra poblada por diversas formas de vida, al menos una inteligente, deberían extremar ese criterio y no interferir en los sucesos que tienen lugar en la Tierra. Es la única garantía para que el proceso de observación pueda prosperar y culminar con las conclusiones y acciones posteriores adecuadas.

A Gincea seguían llegando gran cantidad de datos procedentes, principalmente, de la actividad de los seres humanos. Los linava estaban especialmente interesados en los datos ambientales que calificaban a la Tierra como planeta potencialmente habitable, por lo que eran especialmente estudiados desde el inicio de la observación. En el caso de la Tierra, la potencial habitabilidad para los linava había pasado a un segundo plano debido a la existencia de vida inteligente y la necesidad de su observación y estudio. No obstante, determinados parámetros habían cambiado de forma preocupante y los linava sabían porqué: La actividad de los seres humanos, cada vez más intensa y ávida por la energía, unida a la incipiente tecnología de su uso y transformación, discurría por una senda que se apartaba cada vez más del equilibrio. De seguir así, en menos de dos geriones los humanos tendrían graves problemas ambientales que se traducirían en problemas económicos, políticos y sociales.

Desde el COM veían con preocupación cómo había evolucionado la reserva energética de la Tierra desde que iniciaron la observación. Por los datos disponibles, los humanos habían comenzado hace poco más de dos geriones a transformar la reserva energética en calor. En este periodo, su tecnología general había evolucionado muy rápidamente pero, en particular, la tecnología de uso y transformación de la energía se mantenía en un estadio primitivo de desarrollo. Esto se debía a que la reserva energética de la Tierra, generada durante millones de geriones, se había mantenido estable químicamente, era de fácil acceso y su transformación en calor era inmediata. Estas facilidades para el uso de una energía disponible que no requería aplicar tecnologías de transformación complejas, les habría ocultado el camino para descubrir los procesos de transformación de la energía, que su estrella, el sol, regalaba a los humanos permanentemente. Sin embargo, no se habían detenido a pensar en las consecuencias que se derivarían de ese uso de la energía almacenada (los humanos la llaman energía fósil), por los efectos de su transformación química en el proceso de combustión cuyo resultado es calor y emisión de gases. De no tomar alguna acción correctora, se desencadenaría un proceso irreversible que conduciría a un nuevo equilibrio de consecuencias impredecibles para los humanos. Por ello, el COM decretó la protección de la Tierra.

La intervención debería ser urgente pero ¿cómo intervenir en pleno proceso de observación? Parece que habían descubierto la Tierra en el momento más crítico y había pasado demasiado tiempo hasta percatarse del grave problema al que se deberían enfrentar los humanos. Muy recientemente existía cierta inquietud en algunos grupos humanos, al observar que algunas manifestaciones ambientales podrían tener algo que ver con la imparable generación de calor y gases (ellos los denominaban gases de efecto invernadero) que contribuían al desequilibrio térmico de la Tierra. Los linava sabían que tardarían muchos geriones hasta dar con otro planeta habitado por seres inteligentes, por lo que no deberían permitir que en la Tierra se extinguieran por causas evitables.

El problema de la Tierra tampoco era fácil de tratar para los linava. En el COM cobraron relevancia dos posturas en la discusión sobre la oportunidad de intervenir para reconducir el proceso de consumo energético: La postura más conservadora de dejar hacer a los humanos que eran dueños de su destino y otra que defendía una intervención controlada y sin riesgos de caer en la “observación participante”. Todos sabían que de continuar la Tierra por la senda actual, los humanos estarían abocados, si no a su extinción, sí a un largo proceso de readaptación de sus sistemas económicos, políticos y sociales. La primera postura, más egoísta, argumentaba que en algunos geriones los humanos se habrían extinguido y la Tierra estaría disponible para ser habitada por los linava. La segunda postura, más sensible a la preservación de otra forma de vida inteligente, defendía que se trataba de una oportunidad única para conocer a los humanos y, posiblemente, así conocerse mejor a ellos mismos, por lo que deberían actuar reconduciendo la situación y minimizando las consecuencias de las decisiones humanas sobre el planeta que habitaban. Esta segunda postura fue ganando adhesiones, por lo que resultó ser la que aplicarían los linava.

FIN

Relato corto escrito por Lucía Nante

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